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Cinco años del primer caso de COVID-19 en España: los momentos clave de una pandemia sin precedentes

  • Hace un lustro, un turista alemán dio positivo en el virus que puso al sistema sanitario en jaque
  • En pocas semanas, los contagios se multiplicaron y el Gobierno decretó el estado de alarma

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Cinco años del primer caso de COVID-19 en España
Un hombre camina por uno de los pabellones de IFEMA, donde se instaló un hospital de campaña EFE/ Blanca Millez

El 31 de enero de 2020, España confirmaba su primer caso de COVID-19 en un turista alemán en La Gomera. Un mes antes, la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de la ciudad china de Wuhan había alertado del virus. Lo que entonces se percibía como una situación aislada, pronto se convirtió en una pandemia que transformó la vida de millones de personas y puso al límite los sistemas sanitarios, económicos y sociales del mundo.

Cinco años desde el primer caso de COVID-19 en España

Un inicio que parecía anecdótico

Cuando hace un lustro se confirmó que el virus SARS-CoV-2 había llegado oficialmente a España, la situación no generó demasiada alarma, según recuerda la entonces directora del Servicio Canario de Salud (SCS), Blanca Méndez: "Lo vivimos como una anécdota, como una experiencia que podría servirnos incluso en positivo".

Tras recibir el aviso, fue necesario modificar la disposición de toda una planta para crear las llamadas "áreas sucias", cuenta la supervisora del área de ingreso del Hospital de La Gomera, la enfermera Elena Yanes. En aquel momento, solo disponían de equipos de protección individual (EPI) caducados, acopiados durante la crisis del ébola en 2014.

La localización del paciente fue compleja. Fue necesario visionar las cámaras de seguridad del aeropuerto de Tenerife sur y del puerto de Los Cristianos, sin tener certezas sobre su apariencia y rastrear sus contactos cercanos, a los que también se confinó de manera preventiva en la casa rural que compartían en la isla.

La Policía Canaria envió a La Gomera a cuatro agentes para tener a los cuatro turistas vigilados las 24 horas. Todos ellos entendían el alemán, debido al interés en "hablar con ellos, sin intermediarios, y conocer sus sensaciones, cómo evolucionaban", ya que sabían "que en el futuro inmediato iba a haber más contagiados", explica el ex director general de Seguridad y Emergencias Gustavo Armas.

El modus operandi utilizado con el turista alemán serviría para definir más adelante los protocolos de los rastreadores que trabajaron durante la pandemia, cuenta el enfermero del SCS que coordinó los equipos de rastreo durante la pandemia, Aarón Plasencia. "De bibliografía no había absolutamente nada para poder preparar esos protocolos o tomar ciertas decisiones", recuerda.

Pronto aumentó la preocupación cuando, tres semanas después, un brote en un hotel de Tenerife obligó al primer confinamiento masivo en el país. Los responsables del cierre del alojamiento por seguridad recibieron críticas y amenazas por el impacto que podía suponer para el turismo, pero el tiempo les dio la razón.

Llegó el "tsunami" que arrasó el sistema sanitario

El virus se expandió con una rapidez vertiginosa. El 26 de febrero se notificó el primer contagio no importado, un sevillano de 62 años que no había viajado a países de riesgo. En ese momento había ya 10 contagiados en España. Poco después, el 3 de marzo, se confirma el primer muerto por el virus: había fallecido el 13 de febrero en Valencia.

A partir de entonces, se precipitó la crisis. En pocas semanas, hospitales y centros de salud estaban desbordados. En pleno invierno, las infecciones respiratorias estaban en auge. Había sospechas de que las elevadas cifras podrían provenir de aquel virus de China, pero los sanitarios no disponían de mecanismos para averiguarlo, explica el coordinador del Servicio de Urgencias del Hospital del Henares y miembro del Grupo de Infecciones de Semes (INFURG), Martín Ruiz Grispan.

Las calles de Wuhan recuperan la vida cinco años después del confinamiento

"Todo se precipitó de repente", recuerda, cuando la situación en Italia empeoró a mediados de febrero: "Si ya estaba allí, estaba claro que estaba en todas partes y, si no lo estaba, iba a estar en muy poquito tiempo".

Todo se precipitó de repente

El primer caso llegó a su hospital el 4 de marzo y, a partir de ahí, "fue como un tsunami. Es la descripción". En los primeros momentos, contaban con material de protección suficiente.

Poco después, su hospital pasó de dos Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) pasó a 32. También, instalaron controles de Enfermería en distintos espacios para segregar a los pacientes que necesitaban ingreso, estudiaron a fondo la ventilación del centro y adoptaron todo tipo de medidas para afrontar lo que venía.

Comienza el estado de alarma

El 10 de marzo, Sanidad comunica 1.622 contagios y 35 muertos. Al día siguiente, la OMS declara la pandemia.

Nos pilló, en general, desarmados a todos

"Nos pilló, en general, desarmados a todos", reconoce el actual director general de Salud Pública y Equidad en Salud, Pedro Gullón: "Había protocolos y avances en preparación y respuesta a la gripe porque es el que tenía todas las papeletas de desencadenar una pandemia".

Gullón colaboró con servicios de salud pública como el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) y el Departamento de Salud de Navarra, entre otros. Cinco años después, cree que quizá se podría haber mitigado el impacto de la primera ola, "pero nadie la podía haber parado".

El 14 de marzo, con cerca de 6.000 positivos y 136 muertos, el Gobierno español decretó el estado de alarma e impuso un confinamiento inédito en la historia de España. Todo lo que llegó después parece sacado de una película. Las curvas de casos confirmados y fallecidos monopolizaban los informativos, cuando cada día se alcanzaba un nuevo pico. El gel hidroalcohólico y las mascarillas pronto ya se habían convertido en complementos imprescindibles y revisar las restricciones de cada momento de la desescalada hacia la nueva normalidad, que comenzó el 4 de mayo, era una tarea cotidiana.

Contacto estrecho, antígenos, PCR, ARN mensajero, inmunidad de rebaño, rastreadores, convivientes, brote, toque de queda... El campo semántico del COVID-19 se expandía sin cesar y los términos científicos y políticos se incorporaron al lenguaje cotidiano de una población aislada en sus hogares, con estrictas restricciones de movilidad y llena de incertidumbre.

Si el 20 de marzo se habían superado los 1.000 fallecimientos y 20.000 contagios, el 2 de abril España llegaba a los 100.000 contagios y había multiplicado por diez la cifra de muertos: ya había 10.000, 950 en un solo día. A partir de entonces parecieron estabilizarse los contagios y, aunque con medidas cada vez menos restrictivas, se prorrogó en varias ocasiones el estado de alarma.

Miedo, solidaridad y duelo

La situación de la Atención Primaria, que recibió al 90% de los pacientes de COVID-19, fue crítica. "Estuvimos totalmente abandonados y olvidados. Nos tuvimos que buscar la vida, lo poco que había se iba para los hospitales", denuncia el portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), Lorenzo Armenteros. Ante la falta de recursos, muchos profesionales tuvieron que improvisar pantallas con armazones de impresoras o fabricarse los trajes de protección con bolsas de basura. "Lo vivimos con muchísimo temor e incertidumbre", recuerda.

A las ocho de la tarde, las paredes de los edificios rebotaban el eco de los aplausos a los sanitarios, que rompían el silencio que reinaba en las calles vacías. Durante la crisis, se produjeron numerosos actos de solidaridad, gracias a personas voluntarias y redes de apoyo. Además, la ciencia se enfocó en la investigación a contrarreloj para encontrar tratamientos y, en tiempo récord, vacunas que marcaron el inicio del fin de la pandemia.

El 21 de junio, terminó el primer estado de alarma, tras 98 días y seis prórrogas. Poco después, llegó la segunda ola de la pandemia, con un importante aumento de la incidencia y la presión hospitalaria. El 25 de octubre, el Gobierno decretó un nuevo estado de alarma, que, a los quince días, se prorrogó hasta el 9 de mayo de 2021. Incluía el toque de queda nocturno y cierres perimetrales. Durante el transcurso del segundo estado de alarma, comenzó el 27 de diciembre la vacunación. Araceli Hidalgo, una mujer que vivía en una residencia de Guadalajara, fue la primera española en recibirla.

La crisis sanitaria dejó cicatrices profundas en la sociedad. Más de 120.000 personas fallecieron en España, muchas de ellas en soledad. Además, el COVID persistente todavía afecta a unos cuatro millones de personas, que aún lidian con síntomas incapacitantes.

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Cinco años después: el COVID-19 en la actualidad

Después de un lustro, la situación es muy distinta. El COVID-19 este invierno está bajo mínimos, explica Ruiz Grinspan, gracias a la inmunidad adquirida y las vacunas. El SARS-CoV-2 sigue en circulación y ya se ha convertido en un virus respiratorio más, sin un patrón predecible.

Los expertos coinciden en que la pandemia de COVID-19 fue un aviso. Ruiz Grispan pide "estar preparados, porque está claro que la próxima está el caer, será 1 año, serán 5, serán 10, pero que vendrá otra, eso nadie lo duda".