Las santas de Zurbarán deslumbran en el Thyssen de Málaga
- El Thyssen Málaga expone dos cuadros de Zurbarán y ocho de su taller
- La exposición Zurbarán. Santas se ha prorrogado hasta el 1 de junio


Francisco de Zurbarán (1598-1664) fue un pintor intensamente realista y detallista, "tan estudioso, que todos los paños los hacía por maniquí, y las carnes por el natural, y así hizo cosas maravillosas, siguiendo por este medio la escuela del Caravaggio", como escribía Antonio Palomino en 1724.
El Museo Carmen Thyssen Málaga acoge del 4 de febrero al 20 de abril la exposición Zurbarán. Santas en la que se puede apreciar la religiosidad amable y cercana que emanan los retratos de estas imágenes femeninas con una medida de unas dos varas de lienzo de alto (unos 170 centímetros).
La muestra despliega 10 cuadros en los que se plasma a las santas de cuerpo entero, dos tienen la firma del pintor y otros ocho, provenientes del Hospital de las Cinco Llagas y ahora propiedad del Museo de Bellas Artes de Sevilla, están realizadas en el taller del maestro extremeño. Ante la buena acogida del público, la exposición se ha prorrogado hasta el 1 de junio.
La Santa Marina de la Colección permanente del Thyssen de Málaga, pintada hacia 1640-1650, es el origen de este proyecto expositivo. Una santa bella y serena, que encarna un modelo de fe y vida virtuosa.
Santa Marina. Francisco de Zurbarán, Colección Carmen Thyssen-Bornemisza.
El lienzo es singular porque Santa Marina está ataviada de pastora, con ropas más sencillas y un zurrón de lana hermosamente trenzado que le da un aire popular. Lleva un sombrero oscuro de ala recta y viste camisa blanca de cuello rizado, abierto sobre el pecho, corpiño negro y falda de gruesa lana roja con sobrefalda verde.
En un retrato de tres cuartos, lleva una larga vara rematada con un garfio, en alusión a su martirio, y un libro de oraciones, el único símbolo religioso junto con la cruz que adorna su escote. En la exposición, se puede comparar con una versión de su obrador en la que aparece de cuerpo entero e identificada en el ángulo inferior izquierdo.
La directora artística del Thyssen de Málaga, Lourdes Moreno, explica a RTVE.es que "se pueden ver las diferencias entre la del maestro y la del taller. El trabajo formal es muy parecido, es el mismo tipo de ropaje, la misma alforja bordada en oro y se ve la diferencia en el tratamiento de los materiales, en su calidad háptica (relativa al tacto)".
Un éxito comercial
El talento de Zurbarán, visible en las delicadas facciones o en el detalle de la ropa, es inconfundible, pero el modelo compositivo fue tal éxito que el pintor y su taller lo repitieron en varios encargos. Santas "con rostros ovalados, tratadas individualmente, sosteniendo los atributos, mirando fuera del cuadro con un fondo neutro, sin estar enclavadas en ningún espacio concreto", detalla Moreno.
En concreto, se sabe que "Zurbarán en 1647 recibió un pago por 24 cuadros de vírgenes realizadas para el Monasterio de la Encarnación de Lima, en Perú, y dos años más tarde, está registrado el envío de 15 santas, en esta ocasión a Buenos Aires", apunta la experta.
La demanda era muy alta en centros religiosos y asistenciales, ya que en el año 1600 "la capital hispalense tenía 21 conventos de mujeres y 15 de hombres. Y en los siguientes 15 años se fundaron otros 15. Para este ingente trabajo, Zurbarán creó un obrador, un taller, una manera de trabajar muy común durante el Barroco español", añade.
Santa Dorotea Taller de Zurbarán. Museo de Bellas Artes de Sevilla
"El taller de Zurbarán fue bastante pródigo en las series de santas. El maestro realizaba una obra principal o princeps, que luego era copiada por los oficiales de su taller, de los cuales se conocen nombres como Diego Muñoz Naranjo, Ignacio de Ries, José Durán o Alonso de Flores", describe Moreno.
La filiación caravaggista se manifestó en el compromiso de Zurbarán con el verismo y en el sello su pintura más personal con fuertes claroscuros que logran figuras casi tridimensionales. En las santas, las fieles podían ver a mujeres tocadas por la gloria divina, envueltas en ropajes extraordinarios y fascinantes iconos devocionales.
"Parece que Zurbarán pudo inspirarse en unas procesiones del Corpus Christi en el que las damas sevillanas desfilaban vestidas con sus mejores galas", indica la directora artística del Thyssen Málaga.
Santa Matilde. Taller de Zurbarán. Museo de Bellas Artes de Sevilla
Otra teoría apunta a los retratos a lo divino, en los que "hubo una moda en la que damas de alta posición podían haberse retratado con la santa de su onomástica", pero Moreno indica que ninguna santa está identificada con la imagen de una mujer noble con nombres y apellidos.
Este conjunto de lienzos reproducía una especie de procesión, con los cuadros colgados en hilera hacia el altar mayor o a lo largo de los claustros o en las naves de las iglesias. En esta ocasión, la Sala Noble del Museo Carmen Thyssen Málaga queda presidida por Santa Casilda de Zurbarán, un préstamo del Thyssen-Bornemisza.
El viaje de Santa Casilda
Un cuadro con una historia fascinante, perteneció al mariscal Soult, que saqueó los tesoros artísticos españoles durante la ocupación napoleónica. Santa Casilda salió "a subasta en 1852 en París y es un auténtico lujo para la vista contemplar esos tejidos, esos volúmenes, algunos irreales", subraya Moreno.
La composición de Santa Casilda se inspira en una estampa de Durero y la mano magistral de Zurbarán se percibe en todo el cuadro: desde las facciones de un rostro verdadero o muy natural hasta las telas, que evocan la escultura contemporánea y tienen una riqueza visual, una precisión en la ejecución, que las sitúan entre lo mejor del pintor.
Santa Casilda Francisco de Zurbarán, Museo Thyssen-Bornemisza.
Lourdes Moreno destaca que algunos vestidos que aparecen reflejados en los lienzos "no eran tampoco de la época y han inspirado no solo a modistos clásicos como Balenciaga, sino también a figurinistas o diseñadores de vestuario del mundo del cine o de series de televisión".
Moda antigua
Moreno apunta que Zurbarán "utilizaba elementos anacrónicos, lo que se llamaba vestir a la moda antigua. Por ejemplo, la falda de Santa Casilda aparece rematada por un brocado de joyas que tiene más que ver con el gótico, con una etapa anterior que con la del Barroco. Esa moda ya era un poco anacrónica".
Santa Casilda representa el milagro de una dama musulmana que llevaba comida a los prisioneros de su padre y al ser descubierta, los alimentos se convirtieron en flores, en rosas. "Es una obra de una belleza maravillosa, de un trabajo fantástico", apostilla.
Entre lo humano y lo divino, estos lienzos reflejan el papel de Zurbarán para forjar una imagen de la santidad femenina en el Barroco y, siglos después, siguen conservando su poder para sorprender y emocionar.