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Día de la radio

La radio, un aliento en situaciones de desastre: "Si estáis aquí, es que va a llegar la ayuda"

  • RNE habló con afectados la noche de la dana, cuando las llamadas al 112 se colapsaron
  • También ha jugado su papel en situaciones de riesgo, como los secuestros del Alakrana o Ingrid Betancourt

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Escena nocturna de una transmisión en directo con varias personas alrededor de ordenadores portátiles, una mesa de mezclas y cables.  Iluminación artificial en entorno exterior.
RNE desde una rotonda de Utiel tras la dana JAIME SANZ

La radio está hecha de silencios rotos. De música y palabras que irrumpen en el vacío para llenar un espacio que completa la vida. Puede ser cercano y cerrado en la intimidad de una cama, o remoto y abierto como un rumor que brota del corazón de la selva colombiana. Silencio roto que acompañó el cautiverio de Ingrid Betancourt -candidata a la Presidencia de Colombia- junto a Clara Rojas hasta que fueron liberadas en 2008. La radio, y en concreto los periodistas de Radio Exterior de España, no las abandonaron.

La radio rompe el silencio o se sirve de él para crear emociones, pensamientos, o para provocar la feliz suerte de un contraste. Lo rompe, pero también ha sabido refugiarse en ese silencio y callar de forma responsable cuando, por ejemplo, las vidas de los tripulantes secuestrados del buque Alakrana estaban en juego. Días de ruido político y de piratas esperando saber, por la radio, hasta dónde estaba dispuesto a llegar el Gobierno.

En el Día Mundial de la Radio está bien recordar que esta forma de comunicarnos va a estar ahí pase lo que pase. Y que ninguna herramienta tecnológica puede sustituir a la persona que llama a la puerta de una víctima para preguntar: ¿Se puede? ¿Cómo está? ¿Qué ha pasado?

Ninguna herramienta tecnológica puede sustituir a la persona que llama a la puerta de una víctima para preguntar

El papel de la radio la noche de la dana

Aunque la fuerza de la naturaleza arrase con la electricidad, las comunicaciones, y ponga patas arriba las vidas de miles de personas, como ocurrió en la provincia de Valencia, la radio persiste y rompe el silencio. La noche del 29 de octubre, la de los transistores y los teléfonos a los que todavía les quedaba batería, la radio fue salvavidas y aliento.

A ella recurrió Francisco Carrión, uno de los afectados por la tragedia. No lograba contactar con el servicio de Emergencias 112. Estaba bloqueado por tantas llamadas. "Tenemos el agua al cuello", contó en directo en el programa 24 Horas de RNE mientras el agua seguía subiendo y antes de encaramarse a la parte alta de su camión. Un mes después, RNE le volvió a encontrar, y usó la radio como altavoz para contar cómo logró salvar su vida.

La presencia de Radio Nacional de España -horas después de la riada- en pueblos como Utiel, Chiva o Cheste, transmitiendo a través de satélite cuando no había luz ni internet, es un ejemplo de agilidad y de reacción rápida en situaciones de emergencia y caos.

Frases como "No os olvidéis de nosotros" o "Si estáis aquí, es que va a llegar la ayuda", se repetirían durante días de cobertura entre las calles anegadas por el barro. Sólo la UME operaba en ese momento, con turnos de 12 horas para los militares. La radio cumplió su función, recogiendo y contando el desastre desde las propias calles. Acompañando y trasladando la realidad a través de las voces de los vecinos, los voluntarios y alcaldes.

Reporteros de RNE cubriendo la información desde una zona afectada por inundaciones. Se observa una mesa con equipos de grabación y coches dañados al fondo.

 Jaime Sanz

"Desde hace cien años estamos menos solos"

Dos semanas después volvimos a revivir el camino del desastre, los pueblos todavía destrozados y el trabajo sobre el terreno nos dio la oportunidad de comparar, de evaluar cómo la vida y la rutina trataban de abrirse paso. Lo hicimos también con motivo del aniversario de los 100 años de la primera transmisión de radio, desde Paiporta, cuando ya se contaban 224 muertos por la tragedia de toda España.

24 horas - Paiporta: la historia del pequeño Joan y su piano

Romper el silencio es una obligación de la radio, y más si hablamos de Radio Nacional de España. Sea desde una rotonda, teatro, desde un camión o unidad móvil, la radio tiene que cruzar valles y colinas, entrar por las ventanas, colarse en las camas, e interrumpir el silencio con las señales horarias antes de servir las noticias del momento.

Distinguir lo urgente de lo importante y saber que el que está al otro lado quiere escuchar una voz amiga y sincera. En una situación de tragedia y emergencia, además de informar y acompañar, hay que dar aliento y esperanza. Me gusta pensar en el informativo 24 Horas, y en la propia radio, como un kiosco de noticias que nunca cierra. La certeza de que seguiremos ahí, con nuestros periodistas, micrófonos y unidades móviles, pase lo que pase. Darles nuestra palabra.