Hombres y feminismo: ¿cada vez más cerca o más lejos?
- Cada vez más hombres piensan que existe una discriminación positiva hacia las mujeres en el trabajo o en el sistema judicial
- ¿Cuál debería ser el papel de los hombres que quieren involucrarse en la igualdad? ¿Cómo pueden ayudar?


En los años previos a la pandemia, asistimos a un auge del feminismo sin precedentes para muchas de las generaciones que lo vivimos. Mujeres y hombres se sintieron interpelados por esta causa por primera vez y se unieron en las calles a quienes ya venían luchando por ella. Pero la reacción posterior no ha sido uniforme, sobre todo entre los hombres. Según la encuesta que publicó el CIS a principios de 2024, el 44% de los hombres piensa que “el feminismo ha llegado demasiado lejos”. Casi la mitad de los hombres en España piensa que ahora son ellos los discriminados. ¿Qué está pasando con el mensaje? ¿Debería el feminismo trabajar en convencer a más hombres para avanzar hacia la igualdad real? Y en ese caso: ¿cuál debería ser su papel?
La masculinidad clásica, un obstáculo en el camino hacia la igualdad
Entre los debates que ha puesto sobre la mesa la última ola feminista en la que nos encontramos, está el cuestionamiento de la masculinidad clásica. No solo se habla de masculinidades en entornos con conciencia feminista, sino que también ha dado el salto a lo mainstream con series y debates en medios de comunicación. Este debate es importante, explica Beatriz Ranea Triviño, socióloga especializada en estudios de género: “Por mucho que avancemos en derechos y oportunidades para las mujeres, si no se transforma la masculinidad hacia formas más igualitarias, nos vamos a encontrar con una barrera difícil de traspasar. Por eso es necesario promover la implicación de los hombres”.
El primer paso para iniciar esa transformación es cuestionarse a uno mismo. No es algo fácil, pero nunca es tarde. David Pareja, actor y cómico, crea contenido en sus redes sociales en el que parodia actitudes machistas. “Cuando empecé a escuchar hablar de feminismo, me parecía una estupidez, incluso usaba la palabra feminazi”, admite. "De repente tienes que revisarte, saber qué es lo que realmente quieres aportar en una relación, en la sociedad, a tus amigos... Todo eso es muy confuso y, sobre todo, admitir que has sido violento con las mujeres, que les has hecho daño y, seguramente, también abusado de ellas".
En los talleres que imparte David Kaplún en la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE), consigue hacer conscientes a los hombres de su privilegio. “Hay un montón de factores que implican desigualdad. La clase, la raza, la educación… Todos ellos implican privilegios y, además de eso, hay una desigualdad de poder en la que los chicos somos quienes tenemos el poder”. Kaplún destaca la eficacia de estos grupos de hombres en los que, mediante la escucha, es posible llevar a cabo un proceso de deconstrucción que permite hacer pequeñas transformaciones. “Tenemos que ser conscientes de que tenemos un trabajo totalmente distinto al de las mujeres para conseguir la igualdad. Mientras ellas vienen conquistando la esfera pública, el voto, trabajando, estudiando… Todo eso ya lo teníamos nosotros, no tenemos que hacer lo mismo. Lo que tenemos que hacer es conquistar más la esfera privada, lo que tiene que ver más con la afectividad y lo emocional”.
¿En feminismo les perjudica o también les beneficia?
Hablar más de igualdad también ha despertado la parte más reaccionaria de algunos hombres. “Hay demasiadas cosas que no entiende y que se vuelven contra él mismo. El comportamiento que pensabas que estaba bien de repente es horrible y entonces lo más fácil es encontrar un enemigo y atacarle antes que pensar que a lo mejor esto que yo estoy haciendo está mal”, dice David Pareja al preguntarle a qué cree que se debe esa reacción antifeminista.
Yolanda Basteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, añade que a ese sentimiento también le acompaña una pérdida de ventajas sociales que implica compartir esferas de poder, pero también del cuidado. Sin embargo, es firme: “Hay que trasladar a los hombres que esta sociedad patriarcal también les genera desventajas y, por lo tanto, una sociedad más igualitaria les genera también beneficios”. “Los hombres deben avanzar a nuestro lado, aunque sin suplantar nuestra voz, porque el feminismo es una causa de derechos humanos”.
David Kaplún sintetiza esta contradicción al preguntarle sobre lo que le da y le quita el feminismo. Admite que el patriarcado ofrece servidumbre y comodidad. Con el feminismo, por otra parte, afirma que ha ganado entendimiento, autoestima y legitimidad: “La sensación general es de más coherencia contigo mismo. Creo que esto no lo paga nada”.