David Bueno, experto en neuroeducación: "El estrés está formando a personas más impulsivas"
- Participa en el Congreso 'EduCartagena 2025' que debate sobre la aplicación de los avances científicos en la enseñanza
- "Debes confiar en tus alumnos para que ellos confíen en ti", subraya Bueno


Aunque la genética establece la base de nuestras habilidades y capacidades, la experiencia es la que moldea y potencia esas facultades a lo largo de nuestra vida. Es decir, el cerebro tiene la capacidad de adaptarse y mejorar mediante el entrenamiento y la práctica. Dicha plasticidad cerebral, clave para el aprendizaje, es uno de los pilares de la neuroeducación, un campo que busca integrar los avances en neurociencia, psicología y ciencia cognitiva con las prácticas pedagógicas para lograr un aprendizaje más profundo, eficiente y significativo.
Uno de los principales referentes en este ámbito es David Bueno, biólogo, genetista y divulgador científico español, profesor e investigador en la Universidad de Barcelona. Especializado en la relación entre desarrollo cerebral y educación, ha escrito obras como Cerebroflexia y El cerebro del adolescente. Su labor divulgativa ha sido ampliamente reconocida, recibiendo galardones como el reciente Premio Josep Pla. Este sábado, Bueno es uno de los ponentes invitados en el Congreso 'EduCartagena 2025', un evento que reúne a expertos en neurociencia, psicología y pedagogía para debatir sobre cómo aplicar los avances científicos en la mejora de los métodos de enseñanza y los programas escolares.
PREGUNTA: ¿Cómo crees que eventos como este pueden impactar en el mundo de la educación?
RESPUESTA: Creo que uno de los impactos principales es mentalizarnos de que la educación no solo es pedagogía, sino que también se sustenta en el funcionamiento de un cerebro que está en construcción. El cerebro pasa por unas fases, unos ritmos de maduración, que si los adecuamos a lo que hacemos dentro de un centro educativo, el aprendizaje es más eficiente. Además de tener en cuenta aspectos sociales como los estados emocionales o la motivación.
P: Pero, para que lo entendamos todos, ¿qué es la neuroeducación?
R: La neuroeducación es básicamente aportar datos de la neurociencia, es decir, cómo funciona, cómo se construye, cómo madura, cómo aprende el cerebro y cómo todo lo que aprendemos influye en la construcción del mismo. Toda esta información sobre el funcionamiento del cerebro aplicado a la educación puede optimizar las pedagogías.
P: Y, ¿cómo funciona un cerebro adolescente?
R: Durante la adolescencia, el cerebro atraviesa cambios significativos en tres áreas clave. La primera es la amígdala, responsable de las emociones, que se vuelve hiperreactiva como un mecanismo de seguridad. Esto permite a los adolescentes responder rápidamente ante situaciones nuevas, ya que, al carecer de experiencia adulta, no siempre saben si algo representa una amenaza o una oportunidad. Las emociones intensas son una herramienta de supervivencia durante esta etapa.
La segunda área es la corteza prefrontal, encargada del pensamiento racional, la planificación y la gestión emocional. En la adolescencia, esta zona se reestructura y pierde temporalmente eficiencia, lo que dificulta la reflexión y el autocontrol. Finalmente, el estriado, que genera sensaciones de recompensa y placer, se activa intensamente con nuevas experiencias asociadas a la adultez. Al no saber qué actividades brindan satisfacción, los adolescentes exploran mediante el ensayo y error, desafiando límites como parte natural de su desarrollo.
P: De esta forma puede ayudar la neurociencia a la educación y normaliza la adolescencia...
R: La neurociencia puede ayudar a entender que ser adolescentes es normal. Es normal que necesiten apoyo emocional, aunque no sobreprotección, sino un acompañamiento que les ayude a gestionar sus emociones. También es clave ofrecer entornos estimulantes sin caer en la sobreestimulación, evitando así el estrés crónico.
Deben enfrentarse a retos, pero adaptados a sus capacidades, para que la frustración no se vuelva constante y derive en ansiedad, depresión o conductas violentas como forma de canalizar dicho estrés.
P:¿Qué estrategias neurocientíficas pueden usar los docentes para potenciar el aprendizaje?
R: La principal estrategia que yo uso y recomiendo siempre a todos es que establezcan un buen vínculo con sus alumnos. Un vínculo emocionalmente sano, que significa de confianza. Debes confiar en tus alumnos para que ellos confíen en ti. La confianza es clave: si creo en ellos y en su potencial, ellos confiarán más en sí mismos y en mí, haciendo que mi mensaje tenga mayor impacto.
P: También, ¿es clave generar emociones positivas durante todo el proceso educativo?
R: Sin duda. Las dos emociones más importantes son la curiosidad, siendo esta el motor de los aprendizajes. Activa la motivación y además nos hace sentir bien. Cuando sentimos curiosidad por algo, nos sentimos a gusto. Y la segunda es la confianza de la que estaba hablando.
P: ¿Qué papel juegan las emociones y cómo aprovecharlas dentro del aula?
R: Todo lo que tenga contenido emocional, el cerebro lo valora como más importante y lo fija mejor. Lo que hay que distinguir es entre qué emociones generan sensaciones de bienestar y cuáles son incómodas. El miedo, por ejemplo, es incómodo. Podemos enseñar a través del miedo, pues sí, y se ha hecho durante mucho tiempo. Pero esos aprendizajes no son eficientes porque generan malestar en la persona, nos quitan calidad de vida.
Hay que tener presente qué estados emocionales debemos fomentar en el aula. Habrá momentos de miedo o de tristeza, no pasa nada, debemos aprender a gestionarlos. Lo importante es facilitar la curiosidad y la confianza.
El estrés y el poder de la motivación
P: Cada vez observamos jóvenes con más estrés y ansiedad, ¿cómo influyen en el aprendizaje según la neurociencia?
R: El estrés incide especialmente en la corteza prefrontal y todavía disminuye más su eficiencia de funcionamiento. Por eso es tan importante evitar situaciones de estrés crónico.
El estrés está formando a personas más impulsivas. Se trata de una reacción fisiológica ante una posible amenaza, que te lleva a actuar rápido. Eso significa ser más impulsivo y, por el contrario, menos reflexivo. Un buen aprendizaje necesita que lo pienses. Antes se decía que se aprende memorizando y haciendo. Ahora, añadimos que también se aprende pensando. Si eres impulsivo, no reflexionas y, por tanto, te cuesta más adquirir estos conocimientos de forma eficiente.
P: ¿Y cómo debemos de enseñar?
R: Lo ideal es fomentar la curiosidad, respetando sus motivaciones internas, sin imponer solo lo que queremos. Es importante cuidar el lenguaje para evitar el estrés crónico. En lugar de comentarios negativos como "vais a suspender todos el examen", es mejor enfocarse en el aprendizaje: "Veamos dónde hemos fallado y aprendamos juntos". Se trata de transmitir confianza, demostrando que el apoyo se mantiene incluso cuando los resultados no son los esperados.
“Lo ideal es fomentar la curiosidad, respetando sus motivaciones internas“
P: La motivación juega un papel fundamental...
R: La motivación activa los circuitos de recompensa del cerebro, facilitando la atención, la memoria y el aprendizaje. Cuando los estudiantes están motivados, su cerebro libera dopamina, lo que no solo refuerza el placer de aprender, sino que también mejora la retención de la información y la disposición a enfrentarse a nuevos retos.
Pero es importante que estos retos sean alcanzables. Incluir la sorpresa y la novedad también activa estos circuitos, mientras que dar autonomía y permitir que los estudiantes tomen decisiones refuerza su sentido de control y compromiso. Además, el reconocimiento del esfuerzo, no solo del resultado, y la creación de un ambiente emocional positivo ayudan a mantener la motivación y el interés por aprender.
P: Y, mientras tanto, la socialización es fundamental en el desarrollo cognitivo en la adolescencia.
R: Los adolescentes necesitan socializar con sus iguales. Estos construyen la sociedad del futuro. Deben sentirse parte de su grupo, ser reconocidos y respetados. Los centros educativos pueden y deben fomentar esta socialización con actividades colaborativas, encuentros fuera del currículo, juegos o proyectos comunitarios. Estas experiencias permiten descubrir aspectos de sus compañeros que las clases no revelan.
“Que los estudiantes tomen decisiones refuerza su sentido de control y compromiso“
También es fundamental prevenir el acoso y el microacoso, que pueden ser muy dañinos para las víctimas y generar miedo en el entorno.
Formación docente y desafíos educativos
P: Sin embargo, ¿cómo de extendida está la neurociencia en la educación?
R: Creo que, poco a poco, va entrando en las escuelas, incluso en algunos departamentos de educación de algunas comunidades que nos piden consejo o asesorías. Debería de estar más presente, sí, pero parece que hay más interés por parte de centros educativos particulares que por parte de las instituciones. No obstante, creo que vamos en el buen camino.
P: ¿Cómo cree que debería evolucionar la formación docente para integrar los avances en neurociencia?
R: Primero, los planes de estudio y la formación docente deberían incluirla. Actualmente, existe la asignatura de psicopedagogía que aborda algunos de estos aspectos, pero es clave conocer cómo funciona el cerebro desde las primeras etapas para aplicarlo mejor a la enseñanza. Comprender los procesos biológicos y mentales permite adaptar la pedagogía a cada edad. También es fundamental reconocer y valorar la importante labor de los docentes, a menudo infravalorada socialmente.
P: Pero, ¿cuál es el bache más importante?
R: Para mí el principal obstáculo es la inercia. El sistema educativo tiene una inercia inmensa. Hablamos de miles de profesores, alumnos y sus familias, que, por supuesto, también están implicadas en la educación de sus hijos. Y lo más cómodo cuando hay mucha inercia es dejar que siga su curso y es lo que hay que combatir. Hay que mentalizarnos de que, por mucha inercia que tenga, hay que redirigirla e incorporar todos estos cambios.
P: Otra asignatura pendiente es la de revalorizar las humanidades y conectarla con las ciencia. Justo hablas de esto en tu reciente ensayo El arte de ser humanos.
R: El cerebro de un adolescente no está parcelado entre ciencias y humanidades, funciona de forma global. No deberíamos exigirles que decidan con 13 o 14 años qué van a hacer. Claro, algunos lo sabrán, pero la inmensa mayoría todavía desconocen lo que realmente les interesa y motiva. La mayoría terminan eligiendo aquello que les aburre menos o con lo que menos malas notas sacan. Eso es muy triste, porque les estamos eliminando ciertas materias que van a ser importantes para su futuro. Para que, cuando su cerebro madure, decidan realmente lo que les interesa.
“Su cerebro no está parcelado entre ciencias y humanidades“
P: ¿Siguen existiendo mitos en torno a la neuroeducación?
R: Como en todos los campos, ¿no? Es muy habitual hablar de las inteligencias múltiples. Tenemos una sola inteligencia, lo que pasa es que es muy compleja, ya que incluye todos los aspectos que se dan como inteligencias múltiples. Todavía hay centros que siguen poniendo que trabajan por medio de estas supuestas inteligencias múltiples y eso es un mito.
P: ¿Hacia dónde considera que debería de evolucionar el futuro de la educación?
R: Veo el futuro... Creo que en una dirección que permita incorporar más flexibilidad a sus pensamientos. Es decir, en un futuro dinámico, incierto y en constante cambio, uno de los valores clave es tener conocimientos flexibles, que les permitan adaptarse al entorno. Además, es fundamental empoderar a los individuos, recordándoles que la sociedad depende de ellos y que tienen la capacidad y responsabilidad de decidir hacia dónde quieren dirigirla.