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La comunidad bahá'í en España: así celebran su fe en la fiesta de los 19 días

  • Se reúnen cada 19 días en domicilios particulares para rezar, planificar actividades y socializar
  • La religión bahá'í ha sido la última confesión reconocida oficialmente en España por notorio arraigo

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Celebrando la fiesta de los 19 días con los bahá'ís
La comunidad bahá'í del norte de Madrid durante la fiesta de los 19 días en casa de Diego y Nuria. BERGUÑO FERNÁNDEZ

Es domingo, pero para los bahá'ís es la fiesta de los 19 días. Los seguidores de Bahá'u'lláh se reúnen el primero de los 19 días que tiene cada uno de los 19 meses de su calendario. El próximo 20 de marzo los ocho millones de bahá'ís repartidos por todo el mundo festejarán la llegada del año 182. En España son alrededor de 5.000 fieles repartidos por el país, lo que les ha llevado a ser reconocidos oficialmente como una confesión religiosa de notorio arraigo el 23 de septiembre de 2023. Es la última religión registrada en España.

La fe de la unidad

El bahaísmo se podría resumir como la fe de la unidad: un solo Dios, una sola religión y una sola familia humana. Estos serían los principios básicos de la teología en la que se sustenta una religión fundada por el profeta persa Bahá'u'lláh en 1844. No tienen clero y se organizan de un modo horizontal, asambleario y democrático. En el madrileño barrio de Pinar del Rey, participamos en la celebración del sector Norte de la comunidad bahá'í. En la capital cuentan con cuatro grupos distribuidos geográficamente según los puntos cardinales. Aún no tienen ningún templo —casa de adoración— en España y solo cuentan con uno en toda Europa. Está ubicado en Langenhain, muy cerca de la ciudad de Fráncfort, en Alemania. Se reúnen en domicilios particulares.

Pinar del Rey

Barrio de Pinar del Rey, en el distrito de Hortaleza, al norte de la ciudad de Madrid. BERGUÑO FERNÁNDEZ

Nuria y Diego son los anfitriones en esta fiesta de los 19 días. Tienen dos hijos de 8 y 6 años: Neizan y Dahlia. Al llamar al timbre del portero automático, un vecino responde molesto diciendo que no esperan a nadie de RTVE.es. Una pegatina en la botonera del portal indica que hay que apretar con fuerza para marcar bien el número de la vivienda. "¿Hola? Adelante, sé bienvenido", suena amable y hospitalaria la voz de Nuria al otro lado del telefonillo.

Diez adultos y dos niños

Neizan y Dahlia están con su padre en el parque, desfogando y gastando energía para afrontar las dos horas de reunión en la que también participarán activamente. Nuria no sabe cuántos se reunirán exactamente esta tarde y llegan casi al mismo tiempo Diego con los niños y Clarisa con su hijo Adrián, uno de los dos universitarios que compartirá un rato de oración y vida con la pequeña comunidad bahá'í del sector Norte —el otro es Bayán, un alicantino de madre persa que no tarda en llegar—. Puntuales, a las 17:30, aparecen Manuel con su guitarra, Virginia, Axel, Silvia y Sepehr. Diez adultos y dos niños en total.

Familia anfitriona

La familia anfitriona durante la oración. De izquierda a derecha: Diego, Neizan, Nuria y Dahlia. BERGUÑO FERNÁNDEZ

Diego coloca las sillas formando un círculo con el sofá del salón en torno a la alfombra. La mayoría se ha descalzado al entrar en la casa. Después de los saludos se sientan y Clarisa explica con su especial acento boliviano de Tarija que "la familia anfitriona ha preparado el periodo devocional". Es la primera de las tres partes en las que se divide la reunión. Nuria toma la palabra y aclara que han elegido "un canto y cuatro oraciones". El ambiente es muy cercano, natural, sin ritos ni ornamentos. La mayoría cierra los ojos y se hace el silencio.

Canciones y oraciones

Virginia lee una oración. Le sigue Adrián con otra. Neizan y Dahlia cantan con su madre, a capella, y le piden a Dios "un corazón puro como una perla". Se escucha al resto cantar bajito para no interrumpir el momento de los pequeños. Más silencios y más oraciones. Algunas las recitan todos juntos. Manuel saca la guitarra y reparte unas hojas con más cantos. "¿Alguna preferencia?", pregunta mientras prueba la afinación de las cuerdas. Se suceden las peticiones, hay bromas. Se deciden por un tema lento y profundo cuya letra habla de “nubes de misericordia" que "derramarán su lluvia”, de “vientos vivificantes“ y "almizcle difundido por doquier”. Se les ve alegres y unidos. En paz.

Comunidad bahá'í reunida

Silvia, Bayán, Axel y Sepehr durante la reunión de la comunidad bahá'í en la fiesta de los 19 días.

Continúan con un canto muy alegre de ritmo africano y cuya letra obedece a un idioma local de Malawi. Enlazan con El vuelo humano, un tema que habla de las virtudes y las enseñanzas del profeta Bahá'u'lláh. Neizan quiere cantar más, pero el rato de oración va tocando a su fin. De nuevo, Clarisa toma la palabra para dar información sobre los próximos eventos de la comunidad bahá'í en España. Comienza la segunda parte de las tres en las que se divide la fiesta de los 19 días.

Naw-Rúz y Ridván

Nuria se levanta con sus hijos y van a la cocina a preparar algo de merienda para los pequeños. Hablan del Naw-Rúz, la fiesta del Año Nuevo, que será el 21 de marzo —coincidiendo con el inicio de la primavera— y que es una de las fechas más importantes para los bahá'í junto al Ridván que tiene lugar en abril y en el que conmemoran que su profeta anunció que era el último mensajero de Dios.

Calendario bahá'í

Calendario bahá'í de 19 días con las iniciales de los pequeños de la casa, Neizan y Dahlia. BERGUÑO FERNÁNDEZ

Dialogan sobre cómo hacer partícipes a los vecinos y amigos del Año Nuevo bahá'í. Todos aportan ideas y experiencias de otros años y otros lugares. La idea de repartir flores parece que es la más popular y la que mejor ha funcionado en ocasiones anteriores. Se comenta la posibilidad de alquilar un restaurante para comer todos los del sector porque en las fechas importantes se juntan hasta 30 personas y no caben en un domicilio.

Recuerdan que muy pronto tendrán un encuentro de jóvenes en el Centro Nacional Bahá'í y bromean sobre el ayuno que precede a la gran fiesta de Ridván. Comentan una iniciativa de ayuda a los más pobres que ha comenzado Valerio en el sector Este y cómo se va implicando la comunidad para transformar su entorno preparando comidas y bocadillos. Alguien recuerda que "entre miembros y amigos somos más de mil personas en Madrid" y reflexiona sobre la "necesidad de extender las celebraciones especiales" para ser más conocidos.

Limonada y bizcocho casero

Ya es de noche y los pequeños de la casa dan muestras de cansancio. Se han portado muy bien durante toda la tarde. Poco a poco se van cerrando los temas pendientes. Algunos toman nota en sus teléfonos móviles. No volverán a encontrarse hasta dentro de otros 19 días, hasta el inicio de un nuevo mes, el último del año bahá'í que está acabando. Nuria lleva una jarra de limonada en una mano y un bizcocho casero en otra hacia la mesa del fondo. Es el momento de compartir y socializar, de la tercera parte de la fiesta de los 19 días.

Parte social de la fiesta bahá'í de los 19 días

La fiesta bahá'í de los 19 días concluye con una parte social de convivencia. BERGUÑO FERNÁNDEZ

Mientras Neizan y Dalhia juegan, los diez adultos se levantan a conversar y compartir un tentempié. Son las siete menos diez. Bayán me cuenta que está cursando un doctorado en Derechos Humanos en la Universidad Complutense de Madrid, pero que él es de Alicante y que su madre es iraní. Me enseña en su móvil una foto de sus abuelos murcianos, a mediados de los cincuenta, posando en blanco y negro con una de las primeras comunidades bahá'ís de España.

Todos los seres humanos han sido creados para llevar adelante una civilización en continuo progreso

Sepehr aclara que, aunque nació en Irán en 1970, lleva en Madrid desde 1977. Axel es valenciano y Virginia de Cartagena. Los padres de Nuria también son de Irán y viendo la diversidad de procedencias, edades y clases sociales, le vienen a uno a la mente las palabras de Bahá'u'lláh en las que proclama que solo hay una humanidad y una única fe: "Todos los seres humanos han sido creados para llevar adelante una civilización en continuo progreso". Nos despedimos, me pongo los zapatos, y mientras camino en busca del coche me viene a la mente el susurro de una pintada que había cerca de mi antigua casa: "Creemos en la utopía porque la realidad nos parece increíble".