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Especial informativo: 5 años de pandemia del COVID-19 en Castilla-La Mancha

  • Los informativos se desplazan a Tomelloso, zona cero del virus en la región
  • Más de 10.000 personas han fallecido con covid en Castilla-La Mancha

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Profesionales sanitarios con EPI atienden a un paciente en una UCI, con monitores y equipos médicos presentes.
La pandemia que paró el mundo RTVE

El 14 de marzo de 2020, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez decretaba el Estado de Alarma por la pandemia del Covid-19. A partir de ese momento comenzó un confinamiento que duró tres meses.

En Castilla- La Mancha el primer caso positivo por covid se detectó el 1 de marzo de 2020. Se trataba de un varón de 62 años que ingresó en el Hospital Universitario de Guadalajara. Desde entonces, más de 10.000 personas, contando casos confirmados y sospechoso de covid, fallecieron en la región.

Tomelloso (Ciudad Real), zona cero

En pleno corazón de La Mancha, Tomelloso (Ciudad Real) fue la zona cero de la pandemia en Castilla-La Mancha. Durante días, esta localidad registró la mayor tasa de mortalidad del país, convirtiéndose en símbolo del dolor y la devastación provocados por el virus.

En Tomelloso, el virus se expandía rápidamente y el impacto fue brutal: cerca de 300 vecinos perdieron la vida. El 14 de marzo de 2020 quedó marcado en la memoria colectiva: doce personas murieron en un solo día, muchas de ellas en la residencia Elder, en el hospital o en el tanatorio, donde la soledad fue el único testigo de sus despedidas.

David García, gerente de Servicios Funerarios Virgen de las Viñas, recuerda aquellos días: "Desde el 15 de marzo hasta el 15 de abril, manejé en un mes los servicios que normalmente se hacen en un año". El miedo y la impotencia se apoderaron de la ciudad. Familiares que no pudieron despedirse de sus seres queridos aún arrastran el trauma de aquel tiempo. "Me pedían de rodillas ver a su padre o a su madre, pero era imposible", relata García.

Cinco años después, Tomelloso no olvida a sus víctimas. Sus nombres y rostros siguen vivos en la memoria colectiva. Pero la ciudad, forjada en el carácter fuerte de sus gentes, ha sabido renacer. "Demostramos el gen tomellosero", afirma el alcalde Jesús Lara Navarro. Hoy, las calles han recuperado su espíritu manchego. La vida vuelve a girar en torno a los bares, los paseos , las tiendas y los amigos. La sombra de la pandemia se ha disipado, pero el recuerdo de aquellos que se fueron sigue latiendo en el corazón de Tomelloso.

Residencia Elder: el epicentro del dolor en Tomelloso

La Residencia Elder de Tomelloso fue uno de los puntos más castigados por la pandemia en Castilla-La Mancha. Pero, ¿Qué sucedió realmente dentro de sus muros? "Ocurrió lo mismo que en el resto de España y del mundo. Nos enfrentamos a algo totalmente desconocido. Pero con la mala suerte de que Tomelloso fue la zona cero de la pandemia durante muchas semanas. Nos vimos obligados a actuar a ciegas, sin protocolos definidos, sin medidas de protección y con un sistema sanitario colapsado", explica José Manuel Sampedro, director de la Residencia Elder.

La gestión del centro fue duramente cuestionada. Familiares de siete residentes fallecidos denunciaron a la Fundación Elder y a su director, pero la causa fue archivada al considerarse que no hubo negligencia, sino un desconocimiento generalizado del virus en ese momento. "Hicimos todo lo que pudimos, incluso más de lo humanamente posible. No hubo ninguna negligencia, y así lo reflejan los autos judiciales. El foco sobre nosotros fue desmedido, excesivo e injusto", afirma Sampedro.

Entrevista al director de la residencia Elder de Tomelloso

El dolor y la impotencia marcaron a los profesionales que trabajaban en la residencia. Carmen María Martínez, trabajadora del centro, recuerda: "Fue una tristeza inmensa no poder hacer nada. Ver partir a tantas personas sin poder ayudar más fue devastador". Hoy, la Residencia Elder ha recuperado la normalidad. El miedo ha incentivado aún más la vocación del cuidado. "Trabajamos con ganas e ilusión. Garantizar la calidad de vida de nuestros mayores ha sido nuestra misión durante 23 años, y lo seguirá siendo. No hay sufrimiento que opaque ese regalo diario", concluye su director.

El papel del personal sanitario La situación del sistema sanitario en Castilla-La Mancha

Durante los tres años de alerta sanitaria, más de 47.000 personas fueron ingresadas en hospitales de Castilla-La Mancha. De ellas, más de 3.000 pasaron por las UCI, luchando entre la vida y la muerte. Pero, detrás de cada cifra, hubo un ejército de sanitarios que lo dio todo para salvar vidas. Médicos, enfermeros, celadores... trabajaron sin descanso en condiciones extremas. Muchos enfermaron y algunos incluso perdieron la vida en la batalla contra el virus. En Tomelloso, uno de sus dos centros de salud tuvo que cerrar temporalmente para frenar los contagios, y el hospital se vio obligado a habilitar nuevos espacios y más camas.

El 14 de marzo de 2020 marcó un punto de inflexión en la sanidad. El caos se adueñó de los hospitales. "No sabíamos cómo actuar", recuerda Raúl Calvo, secretario oficial del Colegio de Médicos de Toledo. El número de contagios crecía a un ritmo veloz y los recursos no eran suficientes. "Faltaban camas, material… hubo personas que no pudieron ingresar en la UVI a tiempo", señala Miguel Rodríguez, médico internista en Toledo.

Personal sanitario CLM

El dolor no solo estaba dentro de los hospitales, sino también en las puertas de urgencias, donde los familiares recibían la peor de las noticias. "Teníamos que decirles que quizás no volverían a ver a su ser querido", confiesa Carmen María Sánchez, celadora del Hospital de Albacete.

En solo dos semanas, 182 pacientes ocupaban las UCI de Castilla-La Mancha. Ante la saturación, se habilitaron todos los espacios posibles, como el Hospital Nacional de Parapléjicos, que cedió tres plantas para pacientes COVID. "Eran casos muy críticos, todos intubados", explica María Jesús Bocos, jefa de Enfermería del centro.

La falta de personal obligó a contratar 4.600 profesionales sanitarios. Estudiantes de último curso y médicos jubilados se sumaron a la lucha. "La mitad de los enfermeros entraban a las habitaciones, la otra mitad se quedaba fuera. Atender a pacientes pronados, con tantos dispositivos, era extremadamente complicado", recuerda Tania, enfermera voluntaria en la UCI.

Nos cambiábamos la mascarilla una vez a la semana

Los equipos de protección escaseaban. Mascarillas, guantes, pantallas… todo era insuficiente. "Nos cambiábamos la mascarilla una vez a la semana", denuncia Raúl Calvo. En la provincia de Toledo, cinco médicos murieron por el virus. El impacto psicológico fue devastador: "Lo más terrible era volver a casa y no tener con quién hablar o con quién llorar", expresa el secretario.

Con el tiempo, los hospitales han vuelto a la normalidad, pero la pandemia ha dejado cicatrices imborrables. Ahora, la pregunta que muchos se hacen es si estaríamos preparados para una nueva pandemia. María Jesús Bocos cree que la lección ha sido aprendida: "Quiero pensar que ahora sí estamos preparados y que esta vez tendríamos previsión".

Araceli Hidalgo, primera persona vacunada en España

El 27 de diciembre de 2020, Araceli Hidalgo se convirtió en la primera española en recibir la vacuna contra el COVID-19. A sus 96 años, en la residencia de mayores 'Los Olmos' de Guadalajara, fue la protagonista de un momento histórico que simbolizó el comienzo de la esperanza tras meses de incertidumbre. Cinco años después, con 101 años, recuerda aquel día con emoción: "Me eligieron a mí y tuve que decidir. No tenía miedo, estaba bien y tranquila. Me sentó bien, no me puse mala".

Araceli, primera persona vacunada de COVID-19 en España

Araceli, sin ser consciente, salvó también muchas vidas. Se convirtió en ejemplo de valentía y de confianza en la ciencia. Millones de españoles siguieron su ejemplo, apostando por la vacuna como arma clave contra el virus. "Animé a todos a que fueran valientes, a que no tuvieran miedo. Me siento feliz y orgullosa", comenta.

El golpe económico de la pandemia: empresas y trabajadores en ERTE

La pandemia no solo puso a prueba la sanidad, sino también la economía. Más de cuatro millones de trabajadores en España fueron acogidos a un ERTE, 22.500 de ellos en Castilla-La Mancha.

En la región, más de 1.000 empresas cerraron definitivamente durante la peor fase de la crisis, mientras que casi 21.900 tramitaron ERTE para proteger cerca de 103.000 empleos. Los empresarios coinciden en que, a pesar del parón económico, esta medida ayudó a evitar un peor escenario. colapso mayor. "El diálogo social fue crucial para sacar adelante los ERTE y dar seguridad a los trabajadores", señala Raquel Payo, secretaria regional de Diálogo Social de CCOO Castilla-La Mancha.

Sin embargo, lamentan que muchos negocios aún enfrentan dificultades. "Las empresas que pidieron préstamos para sobrevivir ahora tienen que devolverlos en condiciones menos favorables que en otros países de la Unión Europea", lamenta Mario Fernández, secretario general de CECAM.

Repercusiones económicas de la pandemia

Para hacer frente al desastre, hubo negocios que se reinventaron. En Ciudad Real, una empresa de rotulación vio cómo su actividad tradicional se paralizaba, pero supo adaptarse: "Empezamos a fabricar mamparas, mascarillas y señalética de seguridad. Eso nos permitió seguir adelante", afirma Miguel Chaves, su responsable.

El sector de la hostelería también tuvo que adecuarse. Tanto hoteles como restaurantes introdujeron mamparas, geles hidro alcohólicos y códigos QR para reducir el contacto físico. "Tuvimos que digitalizar todo, desde el check-in hasta la carta de comida", explican desde el sector. Otro de los grandes cambios que trajo la pandemia fue el auge del teletrabajo. Sergio Pérez, es informático y lleva trabajando desde casa desde 2020: "Para mí ha sido un cambio positivo. Me ahorro unos 300 euros al mes y tengo más calidad de vida", afirma.

COVID persistente: la enfermedad invisible que sigue afectando a miles de personas

Para muchos, el COVID-19 es solo un recuerdo del pasado. Sin embargo, miles de personas siguen arrastrando sus secuelas. Es el caso del COVID persistente, una enfermedad multisistémica que afecta a un 20% de los contagiados, lo que equivale a cerca de 47.000 personas en Castilla-La Mancha.

Cinco años después de la pandemia, estos pacientes no han podido pasar página. En lugar de recuperarse, conviven con hasta 200 síntomas diferentes, desde problemas neurológicos hasta fatiga extrema. Estefanía Callejas, presidenta de la Asociación de Personas Afectadas por COVID Persistente, cuenta su experiencia: "A los tres o cuatro meses empecé a encontrarme peor que al principio. Fui acumulando síntomas neurológicos, un cansancio extremo, temblores…". María José Simón, otra afectada, sufre diferentes secuelas: "Tengo problemas en la piel, dolores musculares… Hay días en los que me quedo afónica y sin voz."

Dos pacientes con COVID persistente en el hospital de Albacete

Dos pacientes con COVID persistente en el hospital de Albacete RTVE Castilla-La Mancha

El COVID persistente se da con más frecuencia en mujeres de entre 40 y 50 años, que en su mayoría pasaron la infección de forma aguda. Pero, lejos de desaparecer, el virus sigue activo en su organismo. "Estos pacientes no superan la fase inflamatoria. Se quedan partículas del COVID en el tubo digestivo o respiratorio, y cada tres o cuatro semanas sufren brotes", explica Carmen Olmeda, médica y coordinadora de la consulta de COVID persistente. En hospitales como el de Toledo o Albacete, existen consultas especializadas donde se han atendido cientos de casos. Sin embargo, el diagnóstico sigue siendo complejo. "Cuando empecé a tratar estos pacientes, venían de pasar por neumólogos, digestivos… Estaban completamente desorientados", reconoce Olmeda.

Por ahora, no existe un tratamiento definitivo. Los médicos solo pueden aliviar los síntomas con antinflamatorios, vitaminas o antivirales, pero sin una solución clara. Las asociaciones de afectados reclaman un registro nacional para que la enfermedad sea reconocida y estudiada en profundidad. "Estamos aquí, somos miles de personas sin tratamiento", denuncia María José Simón. "No sabemos si algún día llegará la recuperación. Hay días que la impotencia y la frustración pesan demasiado", concluye Estefanía Callejas. Mientras tanto, la Red Española de Investigación en COVID Persistente sigue trabajando para encontrar respuestas a una enfermedad que aún plantea más dudas que certezas.

La pandemia y la salud mental: un cambio en nuestra forma de vivir

El impacto de la pandemia no solo afectó a la salud física, sino que dejó una profunda huella en la salud mental. Durante los últimos cinco años, las consultas psicológicas se han duplicado y la sociedad ha tomado mayor conciencia de su importancia. "El aumento ha sido gradual. No fue inmediato tras la pandemia, pero la gente ha comprendido que cuidar la salud mental es fundamental", explica María Álvaro Sardina, psicóloga en Neurodiversa.

Durante el confinamiento, Miguel Ángel Párraga se volcó en ayudar a los demás, dejando de lado su propio bienestar. Hoy, con más perspectiva, ha decidido priorizarse: "Siempre ponía mis proyectos personales en segundo plano. Un día me di cuenta de que algo no iba bien y decidí pedir ayuda", confiesa. "Me he vuelto una persona más reservada, pero también disfruto más del momento", añade. Esa necesidad no solo ha afectado a adultos, sino también a las nuevas generaciones.

Cómo nos ha cambiado la pandemia

Los niños nacidos durante la pandemia muestran más reticencia a los besos y abrazos, mientras que en adolescentes y jóvenes se ha detectado un mayor individualismo, dependencia de la tecnología y necesidad de inmediatez en todos los aspectos de su vida. Los cambios también se han notado en la manera de relacionarse. Las terrazas son la opción por excelencia y los horarios en la hostelería han cambiado significativamente. "Ahora la gente reserva mesa a las ocho y a las once o once y media ya no queda nadie", comenta José Luis Blanco, encargado del restaurante, El Caserío.

Tras meses de encierro, muchas personas han redescubierto el valor de los espacios abiertos. "El confinamiento nos hizo darnos cuenta de lo importante que es salir al parque, a la montaña", señala Carlos Ortega, vicepresidente de la Federación de Montaña de Castilla-La Mancha. "Hay una mayor concienciación sobre la necesidad de estar en contacto con la naturaleza. Es imprescindible", añade Paco Durán, técnico de senderos.

Para Elisa Molina y su familia de cinco hijos, la pandemia supuso un gran cambio. Dejaron la ciudad a tiempo para instalarse en Belmonte (Cuenca) y a día de hoy no se arrepienten. "Para mí fue fácil. Apostamos por la familia, la cercanía, la humanidad", asegura Elisa. Romper con los prejuicios sobre la vida rural fue una revelación para ella: "Me he criado en Madrid pensando que no se podía vivir en un pueblo, que no había oportunidades. Pero aquí hay mucha vida social y, sobre todo, calidad de vida", concluye.