¿Energía para la paz?: qué puede haber detrás del acuerdo entre Azerbaiyán y Armenia sobre Nagorno Karabaj
- Nagorno Karabaj está bajo control azerí aunque la mayoría de su población es armenia
- La disputada región alberga importantes yacimientos de petróleo


En el maremágnum de Trump, las conversaciones de paz para Ucrania, la salud de la tregua entre israelíes y palestinos en Gaza, casi ha pasado de puntillas una buena noticia, para variar. Armenia y Azerbaiyán han acordado el lenguaje para un acuerdo de paz histórico que podría marcar el final de décadas de conflicto entre los países vecinos del Cáucaso Sur. Todo comenzó con la disolución de la URSS en 1991, cuando Armenia ganó una primera guerra con Azerbaiyán, haciéndose con el control del enclave hasta entonces en manos azeríes, Nagorno Karabaj, con mayoría de población armenia.
Entonces Armenia potenció la autonomía de Nagorno Karabaj hasta que en 2023, con una operación militar relámpago de 24 horas, Azerbaiyán retomó el control. El éxodo de los cien mil habitantes armenios fue inmediato. El gobierno de Azerbaiyán insiste en que les ofreció quedarse con la condición de que cambiaran sus documentos de identidad armenios por otros de Azerbaiyán. En los años 90 había ocurrido lo opuesto. Fueron los azeríes de Nagorno Karabaj quienes buscaron refugio fundamentalmente en Bakú, la capital de Azerbaiyán, a orillas del Mar Caspio.
En 2023, muchos fueron los sorprendidos por la ofensiva militar de Azerbaiyán, que muchos analistas dan por seguro contaba con luz verde de un Kremlin demasiado ocupado con Ucrania como para mantener su apoyo a Armenia. Entre ellos, el billonario hombre de negocios Rubén Vardanyan, al mando en Nagorno Karabaj, quien era apresado. Todavía sigue en una cárcel azerí, de huelga de hambre en huelga de hambre.
Además de en el lenguaje del anunciado acuerdo de paz, todo el mundo parece estar de acuerdo con que a Nagorno Karabaj le sobra el Nagorno. Se refieren a la zona como Karabaj a secas. Nagorni es una palabra rusa que quiere decir jardín. Sin embargo, si uno visita Karabaj, inmediatamente cae en la cuenta de que ciertamente es un jardín. Un universo de cordilleras que se extienden entre las nubes, como las olas de un océano ignoto, hasta el infinito. Tras la toma por parte de Azerbaiyán puede verse un frenesí de repoblación con el regreso incentivado con las nuevas riquezas de la república, a nuevas casas, por nuevas autopistas.
¿Energía para la paz?
El periódico Financial Times del tercer fin de semana de marzo. Sultán al-Jaber, jefe de Adnoc, la compañía nacional de petróleo de Abu Dabi, una de las mayores del mundo, y presidente de la COP28, conferencia de las Naciones Unidas para el cambio climático, decía en Texas: "La energía ha sido siempre la columna vertebral de la economía global. No importa cuál sea el punto de vista, la energía será siempre esencial para cualquier cosa que hagamos".
Al-Jaber decía eso después de haber asistido a la conferencia del nuevo secretario de energía de Trump, Chris Wright, ex magnate del fracking, extracción usando altas presiones, como de la pesca de arrastre, de forma indiscriminada. Para los Trumpistas, el cambio climático es, según el mismo Wright, un credo "irracional, casi religioso". El mantra del drill, baby, drill, (perfora, baby, perfora).
Pero según me decía poco antes de la celebración de la COP29 en Bakú su vicepresidente Elnur Soltanov, hay casos, como el de Azerbaiyán y Armenia, donde la geoestrategia de los corredores que discurren por sus territorios puede servir de paso para lo que él denominaba "energía para la paz".
Si uno echa un vistazo al mapa, siguiendo el curso del río Areks en armenio, Arez en azerí, Arex en griego, que delimita la frontera de la región de Azerbaiyán de Irán con la República de Azerbaiyán, y con Armenia, se percata a simple vista del inmenso potencial del corredor Bakú-Kars. Todavía más si se volviera a usar la línea de ferrocarril de la época soviética, en paralelo al río por el que Alejandro Magno inició la conquista de Persia.
Unas fronteras que siguen siendo la historia viviente de una compleja realidad sobre el terreno de las dos exrepúblicas soviéticas de Armenia y Azerbaiyán. Con Karabaj entre ambas. Y Najicheván, la región embutida entre Armenia, Irán y Turquía, bajo soberanía de Azerbaiyán, y lugar de origen de la familia del actual presidente Iljam Aleyev. Su padre, primer presidente del Azerbaiyán independiente, era colega de Putin en la academia del KGB de San Petersburgo, entonces Leningrado. Los Aleyev son tan astutos en sus relaciones con Moscú que uno de sus mantras actuales es que no aspiran a entrar en la OTAN.
Haciendo hincapié en la extensión de 40 kilómetros que conforman la frontera sur de Armenia, entre Azerbaiyán y su región de Najicheván, conocidos como Corredor de Zangezur. Está en el punto de mira de China, Irán y Rusia, están las repúblicas de Azerbaiyán y Armenia; Turquía espera en el punto final de los oleoductos y gasoductos desde Bakú hasta su Kars. Pocos lugares hay en el mundo más estratégico que este.
Si uno ve el mapa del Cáucaso Sur, el Trans-Cáucaso, "las tierras del medio", como las define el especialista Thomas de Waal en su libro El Cáucaso. Una introducción, enseguida se da cuenta de su ubicación única. En el bajo vientre del Imperio Ruso, siempre ha sido una cuña entre tres imperios: el ruso, el otomano, y el persa. Y el Trans-Cáucaso, Armenia y Azerbaiyán, es un magma de grupos étnicos, religiosos, todavía en parte tierra ignota.
En su El fantasma de la libertad. Una historia del Cáucaso, Charles King alude a su vez al papel fundamental de la zona en las estrategias de otros imperios, el británico, el francés o el alemán, a cuenta del fuego, el azer en farsi, la lengua persa, que da nombre al país. Azerbaiyán quiere decir el protector del fuego, entendido como petróleo.
Sangre y petróleo en Oriente
28 de mayo de 1918. La República de Azerbaiyán se convierte en el primer país islámico que se declara una democracia. Es la historia de su novela nacional, Alí y Nino, de Kurban Said —uno de los alias de Lev Nussimbaum, famoso en los años 30 y 40 del siglo pasado como Essad Bey, Señor León—, un periodista de Bakú de religión judía convertido al Islam. Su madre era una bolchevique de Ucrania, y su padre, un industrial del petróleo georgiano de religión judía, millonario de la nueva industria multicultural de Bakú. El centro energético que hizo ricos a los Rothschild y a los Nobel. O donde comenzó la carrera de Stalin, "amigo" de familia de los Nussimbaum. Essad Bey, conocido por su novela, es un escritor imprescindible para conocer las relaciones entre la gran banca, la industria del petróleo y la geopolítica que determina los pueblos con minerales estratégicos y energía, hasta nuestros días. En su libro La epopeya del petróleo hace un recorrido por todos esos temas, empezando por la península de Absheron, a las afueras de Bakú, donde todavía se divisan las plataformas de sondeo como si no hubieran pasado los siglos.
En la Bakú donde pasó su infancia, nadie le recuerda. Solo una mujer extraordinaria ha hecho el viaje de Essad Bey al revés, desde Alemania a Bakú, y ha abierto una casa de té en la parte vieja. Seguramente al propio periodista-escritor que siempre aspiró a regresar a su ciudad sin conseguirlo, le hubiera gustado.
Entre las fotos de la antigua mansión convertida en casa de té y comidas típicas, se puede ver la del actual presidente de Israel, Isaac Herzog, subrayando las actuales relaciones privilegiadas entre su país y Azerbaiyán. Como el giro de guion que parece haber tomado el conflicto entre Azerbaiyán y Armenia con este proclamado principio de acuerdo, de energía para la paz. El anuncio de lo que podría convertirse en un capítulo sin precedentes en la milenaria historia del petróleo, del fuego eterno de Bakú.