Carmen Martín Gaite revela su lado "más experimental" con sus 'collages' de Nueva York
- Carmen Martín Gaite y el collage: un diario en libertad, hasta el 1 de septiembre en la Casa del Lector
- Esta exposición conmemora el centenario del nacimiento de la escritora salmantina


El 8 de diciembre Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925) habría cumplido cien años. Novelista, poeta, ensayista y traductora, una exposición en el Matadero de Madrid nos acerca sus aventuras en la gran manzana y su libro Visión de Nueva York, la ciudad "más fascinante del mundo".
La Casa del Lector, la Fundación Carmen Martín Gaite y Ediciones Siruela celebran su centenario con Carmen Martín Gaite y el collage: un diario en libertad, que puede verse hasta el 1 de septiembre en el Espacio Puentes de la Casa del Lector.
La muestra está comisariada por el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, José Teruel, y sigue la misma estructura del diario, incluso con páginas en blanco porque "los días iban más rápido que el recuento", según explica en una entrevista a RTVE.es.
Portada de 'Visión de Nueva York'
Este atípico diario de más de 80 collages (fechados entre el 17 de septiembre de 1980 y el 24 de enero de 1981) fue elaborado principalmente en Nueva York (durante su estancia como profesora visitante en Barnard College) y también en Los Ángeles (donde fue a visitar a su amigo, el cineasta José Luis Borau en Sherman Oaks).
Teruel destaca que esta exposición revela "el lado más experimental de su obra, el lado más especulativo. Quién crea que Carmen Martín Gaite es una escritora realista, costumbrista, está equivocado de medio a medio". De personalidad poliédrica, inclasificable, reconocía que tenía dos vertientes: "la mística-meditativa y la titiritera-gitana" en un difícil equilibrio entre el orden y el caos.
Nueva York le sirvió a Martín Gaite para dejar de ser la mujer de Rafael Sánchez Ferlosio y darse cuenta de que era "una artista singular". Se siente reconocida como escritora y las universidades se la rifan para dar conferencias por su gran dominio de la escena y para su sorpresa "escribir le da dinero", lo que plasma en un cheque saliendo de una máquina de escribir.
"Lo quiero todo"
Observadora atenta, conserva intacta su capacidad de sorpresa y se lanza a cazar instantes llenos de vida por las calles y también mira en su interior, se ve desde fuera: “Soy como una mujer de un cuadro de Hopper comiéndome una manzana en soledad”, reza un collage.
"Lo quiero todo", se lee en otro collage. La autora quiere ir a muchos conciertos, pasear por las largas avenidas, ir al teatro, hablar, fumar, conocer, ser; y quiere escribir todo el tiempo posible, algo que le resulta difícil con tantos estímulos alrededor.
En otro momento discute consigo misma, se da un aviso de que se tiene que poner "en serio" con el ensayo que está escribiendo (El cuento de nunca acabar) y dejar de "callejear" porque ya lleva un mes en Nueva York, pero en la misma página se dice que "ni caso" que tiene que vivir y dejarse ir "al vaiven de los días".
Composición 'A todo collage' de Carmen Martín Gaite.
La vorágine de imágenes de Manhattan desborda la narración lineal y Carmen Martín Gaite usa la técnica del collage para contar lo simultáneo y casi inabarcable. Nueva York no se puede captar solo con la pluma, la ciudad se mueve más rápido que las palabras y la fuerza de las impresiones visuales llega a desplazar los pensamientos, que se disipan como las nubes.
Poética del collage
El comisario de la exposición apunta que la escritora "necesita el collage para contar con imágenes lo que ella está viendo por el exterior e incluso en el interior de su apartamento. Es una narración mucho más abierta, mucho más experimental, utilizando no solo medios verbales, sino visuales o icónicos, lo que se llama hoy una expresión intermedia (mediada a través de distintas técnicas)".
Frente a los collages de pintores como Picasso o Juan Gris, en los que las letras aparecen con tipografía de letra impresa, la autora mezcla sus recortes con anotaciones de su puño y letra en una combinación inédita "entre lo manuscrito, el diario y el collage". Más que un tratamiento pictórico o plástico, el collage atraviesa toda la obra de Carmen Martin Gaite desde El cuarto de atrás a De nubosidad variable o El cuento de nunca acabar, reflexiona el profesor de la UAM.
"La imposibilidad de reconstruir el todo. Cuando tratamos de representar nuestra imagen es como un espejo que se cae y se hace añicos. Es un modo de composición, de intentar llegar a las partes, a los fragmentos, para acercarnos más al sentir. Es imposible reconstruir una historia entera. Siempre quedan huecos", resume Teruel sobre la poética del collage que articula la obra de la escritora.
Cuaderno de todo
Carmen Martín Gaite cultivó un género literario muy personal, a medio camino entre el diario y el taller de escritora: el cuaderno de todo, un receptáculo de impresiones de lectura, reflexiones y esbozos de novelas, donde la experiencia se convierte en materia literaria, cuyo máximo exponente es Visión de Nueva York.
Autorretrato de Carmen Martin Gaite.
El comisario avanza una hipotésis de porqué Carmen Martín Gaite no publicó en vida Visión de Nueva York, pese a que lo menciona en muchas ocasiones, en conferencias o en Desde la ventana, y cree que "se lo regaló a su hija. Ella para estas cosas era muy respetuosa. Todo lo que le regalaba su hija después no quería publicarlo. Lo mismo que un cuaderno que se llama El otoño de Poughkeepsie, ambientado en la localidad donde está la Universidad de Vassar College".
Sobre El otoño de Poughkeepsie, Teruel detalla que se acaba de publicar en Siruela junto con De tu ventana a la mía, dos textos en los que la escritora transfigura literariamente la muerte de su madre y luego a la de su hija, bajo el título De hija a madre, de madre a hija. En particular, considera El otoño "una pieza maestra. Ha muerto Marta. Y el nombre de Marta no está por ningún lado. Escribe una cosa absolutamente bellísima, a través del dolor que le provoca la ausencia del nombre".
Teruel alaba el pulso narrativo de ese texto y recuerda que ella decía que "para que lo íntimo se entienda, tenía que ser depurado a través de la ficción", pero no lo dio a la imprenta porque "le parecía inmoral hacer literatura con la muerte de su hija" lo que "proclama su gran grandeza moral".
Nombres de mujer
En la biblioteca de Carmen Martín Gaite predominaban los nombres femeninos, entre sus escritoras favoritas brillan las obras de Santa Teresa, los poemas de Rosalía de Castro y la novela Nada de Carmen Laforet.
En cuanto a la literatura universal, sentía predilección por la autora Natalia Ginzburg de la que tradujo Querido Miguel, Nuestros ayeres y la obra de teatro La secretaria. Admiraba de la italiana su capacidad para convertir "lo oral en literatura" e intentó entablar con ella "una relación epistolar", cuenta Teruel.
Carmen Martín Gaite también sentía una gran atracción por Virginia Woolf, de la que tradujo Al faro, de la británica le interesaba "esa necesidad de contar lo simultáneo, los estados de conciencia", detalla el comisario.
Última lectura
El último libro que leyó Martín Gaite era de Clarice Lispector lo que demuestra su gusto por la literatura experimental. Teruel confiesa que esto le emociona "porque, de alguna forma, ya era consciente de que se estaba muriendo y eligió un libro que Clarice Lispector escribió mientras estaba muriendo Un soplo de vida".
El comisario de la exposición destaca que la estancia en Estados Unidos fue "muy productiva", además de Visión de Nueva York, en su taller estaban surgiendo el poema Todo es un cuento roto en Nueva York, Desde la ventana y también Caperucita en Manhattan. Le sirvió para "tener una habitación propia, olvidarse de otros asuntos que la rodeaban y, al año siguiente, terminó El cuento de nunca acabar en la Universidad de Virginia".
A Carmen Martín Gaite "le sentó muy bien Estados Unidos, se sintió rejuvenecida, reconocida profesionalmente y encontró allí un refugio, un paréntesis creativo", resume Teruel. La exposición Carmen Martín Gaite y el collage: un diario en libertad puede verse hasta el 1 de septiembre en la Casa del Lector en Matadero Madrid.