Los sucesos de 1956 que convirtieron la universidad española en "semilleros permanentes de actividad antifranquista"
- Los enfrentamientos entre estudiantes y la autoridad franquista sumirán al nuevo régimen en una profunda "crisis psicológica"
- Este jueves, La conquista de la democracia, serie documental de Radio Televisión Española, rememora estos años
A mediados de 1950, la universidad en España está abarrotada de una nueva generación estudiantes nacidos después de 1939 que no han vivido la Guerra Civil española.
Pero, aunque no han sufrido en sus carnes la contienda, muchos de ellos toman conciencia sobre la situación que vive el país, sumido bajo una dictadura de corte fascista. Este jueves, Radio Televisión Española estrena a las 22.30 La conquista de la democracia, una idea original de Fernando Galindo y el histórico dirigente sindical, Nicolás Sartorius.
En su primer episodio, 'Se hace camino al andar', la serie documental repasa los primeros focos de insurrección frente al régimen de Francisco Franco. Precisamente, esa nueva multitud de universitarios se volcó en la incipiente lucha antifranquista y protagonizó los enfrentamientos con las fuerzas del régimen, enmarcados en lo que pasaría a la historia como los sucesos de 1956.
Las reyertas arrastrarían por primera vez al régimen a una "crisis psicológica", según explica a RTVE.es la catedrática de Historia Contemporánea en la Autónoma de Barcelona Carme Molinero, y anunciarían el subversivo escenario en el que se convertiría la universidad española.
Vencedores, vencidos e hijos de vencedores
Para comprender la trascendencia de estos hechos conviene entender su contexto, precisa Molinero. Tras la Guerra Civil, en contra de lo que el régimen se esfuerza por trasladar, en el imaginario popular se conciben dos bandos: "vencedores y vencidos". Por un lado, quienes han participado en el bando ganador de la contienda y, por contra, quienes han sufrido las represalias por haber integrado el bando republicano.
Son sus hijos, los nacidos tras la contienda y por ende miembros de "una generación que no ha vivido la experiencia más dura de la guerra", quienes acceden a las aulas de la universidad española. "No es que no tengan la Guerra Civil presente, pero no la ha vivido personalmente", agrega a RTVE.es Molinero, asesora histórica en La conquista de la democracia.
Pero la realidad es que la base universitaria entonces la conforman sobre todo jóvenes de cuna franquista, "hijos de aquellos a los que se les consideraba los vencedores de la guerra". Ellos son la élite económica del país, quienes pueden permitirse acceder a estudios superiores y por ende "la mayoría eran descendientes de las clases dirigentes del franquismo", señala por su parte a RTVE.es Ángeles Egido, catedrática de Historia Contemporánea en la UNED y también asesora de La conquista de la democracia.
Estudiantes universitarios se dirigen andando desde la Ciudad Universitaria a la plaza de la Moncloa EFE
A pesar de su clase social, la juventud que creció a partir de 1950 cuenta con "una gran inquietud cultural". Preocupaciones que, en esencia, no son de carácter político, aunque sí lo serían en años posteriores, remarca Molinero. Cabe recalcar que ese afán de conocimiento emerge precisamente por haber crecido en un cierto periodo de paz respecto a unos años anteriores tan marcados por la guerra.
"Revitalización" de la universidad
Asimismo, esta nueva realidad sociológica surge en un momento muy específico en el que, por primera ocasión en el seno de la universidad española desde la Guerra Civil, crece una cierta "revitalización" dentro de la propia institución. Desde 1951, el democristiano Joaquín Ruiz-Giménez ejercía como ministro de Educación en un país donde la doctrina nacionalcatólica marcaba el rumbo en las aulas.
Con el inmovilismo del régimen en contra, Ruiz-Giménez trató de poner en marcha políticas que permitieran a la universidad "cumplir una función de búsqueda del conocimiento", detalla Molinero. Un reformismo que no había sido visto hasta entonces y que permitió una "dinamización" de la universidad que pudo aprovechar la juventud".
El CUEJ, "lugar donde fundir y endurecer opiniones"
En ese ferviente contexto, una minoría de estudiantes impulsa la creación en 1954 del Congreso Universitario de Escritores Jóvenes (CUEJ) en connivencia con Pedro Laín Entralgo, el entonces rector de la Universidad Central (ahora Complutense). Entre esa minoría, destacan figuras que posteriormente trascenderían, como el cineasta Julio Diamante, el novelista Jesús López Pacheco o el exministro Enrique Múgica.
Aquel encuentro se presentó como un "lugar donde fundir y endurecer opiniones" en un panorama de "crisis" sobre la "totalidad de la cultura española". "¿Qué es lo que se nos entrega diariamente? Películas y obras teatrales flotantes, novelas redondas y vacías, frases acumuladas sin motivo en columnas de prensa (...) Frente a la divisa esteticista del 'Arte por el Arte' hemos de presentar la nuestra: 'El Arte para el hombre'".
Es la premisa humanista bajo la cual se configuró este congreso, recogida en el tercero de sus boletines, publicado en octubre de 1955, y al que ha tenido acceso RTVE.
Esa sería su última proclama lanzada antes de que finalmente fuera prohibido en noviembre de ese año por la autoridad franquista. Al margen de sus pretensiones culturales, el CUEJ nace para "combatir", en palabras del propio Julio Diamante, al reaccionario ideario del falangista Sindicato Español Universitario (SEU), "organización oficial que el régimen creó para encuadrar y controlar a los estudiantes", explica Carme Molinero.
Militantes del Sindicato Universitario Español (SEU) en Casa de Campo, en 1948 / Cartel deportivo del SEU EFE/ Vidal
La prohibición del Congreso condujo a figuras como Javier Pradera, Enrique Múgica y Ramón Tamames a firmar un manifiesto para la creación de un Congreso Nacional de Estudiantes que impulsara elecciones libres en el seno de la universidad. Precisamente sus voces son recogidas en La conquista de la democracia durante una tertulia en TVE en la década de 1980. "Partíamos desde las ideas de libertad, democracia y justicia que habían sido perturbadas por el falangismo y lo que entonces representaba", profiere en esa mesa el propio Enrique Múgica.
La recogida de firmas contó con una "excelente acogida entre el conjunto de los estudiantes", muchos de los cuales "ni siquiera estaban politizados", detalla la historiadora Carme Molinero. Pero el SEU "se negó" a que los firmantes pudieran celebrar la convocatoria y la tensión aumenta. "A partir de aquí se genera todo un enfrentamiento con el Gobierno con un impacto realmente extraordinario", agrega la catedrática.
Los sucesos de 1956, "una crisis psicológica" para el franquismo
El Congreso Nacional de Estudiantes desafía el poder de la familia falangista del régimen, que controla la universidad. En represalia, un grupo de camisas azules asalta el edificio de la Universidad Central de la calle San Bernardo de Madrid, justo el día en que van a celebrarse elecciones sindicales. El asunto deriva en una reyerta entre estudiantes que conlleva "un gran impacto psicológico para el régimen", argumenta Molinero. Más todavía, prosigue, si se tiene en cuenta que la mayoría eran "hijos de vencedores".
En esos días de enfrentamientos, el joven falangista Miguel Álvarez cae víctima de un disparo en la calle Alberto Aguilera, según parece a manos de sus propios compañeros o de los agentes franquistas. Los hechos pasarían a la historia como los sucesos de 1956, primera vez que se declara el estado de excepción durante la dictadura y germen del antifranquismo en las aulas de la universidad española.
En la portada del diario Pueblo, entonces el órgano oficial de los sindicatos verticales, se podía leer lo siguiente aquel 11 de febrero de 1956: "El Gobierno ha tratado de las alteraciones del orden producidas en los últimos días con ocasión de incidentes entre grupos de estudiantes universitarios, y ha acordado usar del rigor de la ley contra quienes (...) han perturbado (...) el orden, la paz y la unidad de los españoles".
Portada diario 'Pueblo' el 11 de febrero de 1956 Archivo RTVE
La crisis se traduce en el cese del ministro secretario general del Movimiento, Raimundo Fernández-Cuesta, así como del ministro de Educación, Joaquín Ruiz-Giménez. El motivo: haber pasado por alto "una deriva aperturista en la universidad que para ellos [el régimen] resulta incontrolable", explica la Carme Molinero.
Los sucesos de 1956 "abonaron el terreno para que las universidades españolas se convirtiesen en uno de los semilleros permanentes de la actividad antifranquista", resume a RTVE.es Alberto Sabio, otro de los asesores históricos de La conquista de la democracia. Jóvenes de extracción burguesa, liberales, monárquicos y algunos de incipiente adhesión socialista y comunista, protagonizaron en la joven dictadura las primeras movilizaciones que años después convertirían las aulas de la Universidad Central en un auténtico hervidero de lucha contra la que el régimen se encargó de reprimir.
Protestas estudiantiles en la Facultad de Ciencias de Ciudad Universitaria de Madrid, en 1968 EFE/Barriopedro
En ese tardofranquismo, "los estudiantes fueron especialmente castigados". Los agentes franquistas se ensañaron con ellos especialmente al considerarles "hijos de papá", explica Sabio, y fueron perseguidos hasta el final de los días de la dictadura.