El tiempo propio siembra la poesía en las novedades de 2025
- Tras la habitación propia, la poesía busca disponer de tiempo para nuevos versos
- Entre los libros nuevos y reeditados, obras de las que lucharon (como Gaite, Dickinson y Alana S. Portero)


Veintiuno de marzo, Día de la Poesía. Veinte de marzo, equinoccio de primavera. No hay casualidad en esta correlación. Las palabras son pequeños capullos que, dispuestos en la página, florecen en forma de versos. Los poemas pueden aparecer sin quererlo, casi sin disposición a que ocurran, o pueden buscarse hasta el agotamiento. El capricho del poema es el tiempo.
Estos días pienso en la importancia del tiempo propio, el necesario para poder crear. Pienso en las mujeres que han conseguido con mucho esfuerzo tener una habitación propia, y en que, tal vez, ese cuarto ha quedado inmaculado, sin marcas de trabajo, por no poder disponer del tiempo para uno mismo.
Esta idea comenzó en una entrevista que realizamos a Sara Herrera Peralta (Trebujena, 1980) en Efecto Doppler. La autora buscaba ese espacio y tiempo propio, lejano a los ruidos cotidianos, para poder escribir. Tan solo tuvo un fin de semana para ella, pero pudo pensar en las palabras-silencio, esas que aparecen en El piar de los pájaros y el goteo del agua que cae de techo (La Bella Varsovia, 2025).
El tiempo se desvanece rápido, Carmen Martín Gaite lo intentaba contener sin resultado: "Se me ha gastado el día / atropelladamente / en idas y venidas, / en gestos y recados que al hacerlos juzgaba necesarios". Este Día de la Poesía, Martín Gaite seguramente sea una de las más recordadas, pues se cumple un siglo de su nacimiento y a su vez, veinticinco del fallecimiento de la autora. La editorial Tusquets conmemora a la poeta con una reciente publicación: Carmen Martín Gaite. Una biografía de José Teruel.
Sin disponer de mucho tiempo por el día, Martín Gaite tendría que escribir cuando se escondía el sol: "Echa los cerrojos, / enciende el farol, / y aguántate el frío. / No sepan tus ojos / si ha salido el sol / o hay gente en el río". No es la única autora que se cobijaba en la noche, también lo hacía Emily Dickinson en comunión con su “lamparilla, un libro y un geranio”, como explica Jesús Marchamalo en Dickinson y las violetas. Breve biografía de la autora que publica Nórdica y completa toda una serie de títulos que reúnen toda su poesía ilustrada por distintos autores.
También Alejandra Pizarnik elige el final del día. En un breve relato escribía: “Trabajo noche tras noche [...] El tiempo transcurre. O, más exactamente, nosotros transcurrimos” (Pizarnik. Una traición mística, Lumen, 2024).
En la noche o en el día, el tiempo se transforma también en espacio. Sofía Crespo Madrid escribe desde un no lugar; un pasillo en el que las manecillas no dan la vuelta al reloj, en el que esperan los migrantes terminar los procesos burocráticos. Crespo acaba de publicar Aunque me extinga (Candaya, 2025) y nos resume en pocos versos la vida de millones de personas: “No volverán a amarnos / si ya nos hemos ido / pues todos los migrantes / hicimos de esperar nuestro oficio / en el espolón del tiempo”.
Mientras el tiempo se achica o se estira, cabe la duda del disfrute de la vida. Juan F. Rivero, Premio Ojo Crítico de Poesía 2025, entona en Raíz Dulce (Candaya) preguntas que no son contestadas “¿fuiste feliz? ¿tuviste tiempo / a pesar del dolor, / la tristeza, / la angustia? / No hay más que un gran segundo del Paleolítico a ti”.
Portada del libro 'Escenas del lenguaje' de María Negroni RTVE
Se quedan en el regazo algunas novedades muy preciadas. Por ejemplo, (no) me acuerdo de Fernanda García Lao, publicado por Kriller 71, segunda entrega junto a Autobiografía con objetos de una trilogía que descansa sobre la idea de la imposibilidad de la escritura del yo. Con esa misma editorial, se publica Escenas de lenguaje, dos poemarios inéditos en España de María Negroni.
También la llegada a La Bella Varsovia de dos reediciones: Conjuros y cantos de Sara Torres y La habitación de las ahogadas de Alana S. Portero.
Podríamos seguir hablando de novedades literarias, pero el tiempo es finito para todos, también para quien escribe estas palabras.