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Del compromiso a la obsesión, una frontera borrosa en la cultura fitness: "A ojos de todo el mundo es algo saludable"

  • La autoexigencia tóxica perjudica la salud mental y vida social de muchos jóvenes aficionados al gimnasio

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"Strength is religion": cuando el fitness se convierte en obsesión
Un aficionado al gimnasio agotado tras el entrenamiento GETTY
8 min.

Entre espejos, sudor y promesas de transformación, el gimnasio se ha convertido en el templo de una generación que busca en el fitness mucho más que salud: disciplina, éxito social y pertenencia. Desde los centros de entrenamiento, que se multiplican en los barrios, hasta los algoritmos de las redes sociales, el culto al cuerpo se ha consolidado como tendencia. En España, el sector del deporte y el fitness ya aporta un 3,3% al PIB.

Aunque moverse es esencial para la salud, la relación que cada persona mantiene con el ejercicio físico traza una línea muy fina que separa el bienestar y la obsesión. Bajo la apariencia de un estilo de vida sano, se esconde a menudo una autoexigencia que puede convertirse en una cárcel invisible.

El espejo y la salud como motivaciones principales

"Hice clic a raíz de un viaje a Mallorca. Quería estar buenísima". Laura, una joven de 23 años que acude al gimnasio regularmente desde 2022, comparte incentivo con buena parte de los aficionados al fitness: "¿Que encima va bien para la salud? Genial, pero la motivación principal es estética". El aumento de la práctica deportiva se ha producido en casi todos los grupos de edad, pero destaca especialmente el interés por el ejercicio de la población juvenil.

En los últimos años, las motivaciones de las personas para hacer deporte han variado. Desciende la importancia de la diversión y establecer lazos, mientras sube el porcentaje de aficionados que se ejercitan por salud o "mantener la línea", según el CIS.

Enrique, 'Henry', ahora es powerlifteruna disciplina deportiva centrada en la fuerza—, pero en sus comienzos en el gimnasio, cuando tenía sobrepeso, también perseguía cambiar su imagen. Durante los primeros años, su relación con el entrenamiento y la nutrición era de dependencia. "Recuerdo irme de vacaciones con mis padres y buscar un gimnasio para entrenar o siempre mirar la opción más saludable, sin desconectar. Ha afectado a mi vida social", lamenta.

'Gymrats': una nueva identidad fitness

"Obsessive" ("obsesivo", en español). "Strength is religion" (algo similar a "la fuerza es una religión"). Son algunas de las frases que cuelgan de las paredes de la nave en la que entrena Henry y habituales en muchos otros centros deportivos. Funcionan como recordatorio de la autoexigencia que implica este estilo de vida. Estos eslóganes refuerzan la idea del fitness como algo casi espiritual.

Eslóganes del gimnasio

Algunos de los carteles que cuelgan de las paredes de una nave de entrenamiento

El gimnasio se ha convertido en el templo de una nueva identidad cultural. Sara, aficionada al gimnasio de 23 años, percibe desde hace tiempo que "los gymrats son una nueva tribu urbana", con marcas enfocadas en ese nicho. "Se puede identificar bien en un gimnasio quién pertenece y quién no", sentencia. Desde la ropa deportiva hasta los suplementos proteicos y los rituales de entrenamiento, los fanáticos del fitness tienen códigos propios que refuerzan su sentido de pertenencia.

El sentimiento de grupo también ayuda a conectar con otras personas. "Si eres powerlifter, tienes ciertas características muy concretas que compartimos todos. Forjas vínculos muy fuertes con gente que entrena, con la que si no, no hablarías nunca", reflexiona Henry, pero la experiencia no es igual de agradable para todos. Laura admite que la comparación es inevitable: "Estar en un sitio donde la mayoría de personas están obsesionadas con su físico me empuja a que yo también lo haga".

A ello contribuye la disposición del espacio: "El gimnasio está lleno de espejos, así que todo el rato hace hincapié en la imagen que tienes".

El problema en esa identidad fitness es que tu valor como persona está muy relacionado con tu cuerpo

Este entorno refuerza la conexión entre el físico y el autoconcepto, lo que, según la psicóloga especializada en problemas de alimentación, Alma García Repiso, puede derivar en un bucle difícil de romper: "El problema en esa identidad fitness es que tu valor como persona está muy relacionado con tu cuerpo".

La gran confusión - ¿Víctimas de la presión estética?

La otra cara de la vida sana

La liberación de endorfinas asociada al deporte potencia la adhesión a este estilo de vida. García Repiso plantea que el problema surge cuando se convierte en una obsesión limitante: "Se trata de afrontarlo desde los cuidados al cuerpo y no desde la estética". De lo contrario, puede generar emociones más oscuras, como la culpa. Nico, un joven de 22 años aficionado al fitness, lo vive en su día a día: "Si me salen planes y dejo de ir al gym, me siento mal, pienso que se va a perder mi progreso".

Además, Nico reflexiona sobre la violencia estética en su entorno: "Ser gay implica más presión, porque hay muchas etiquetas. En función de tu físico, entras en un grupo específico y te relacionas distinto. Hay más cosificación". Alma García Repiso apoya esta idea desde su perspectiva profesional. Señala que tanto mujeres heterosexuales como hombres homosexuales son los grupos más afectados por trastornos de conducta alimentaria: "¿Qué tienen en común estas dos poblaciones? Que se construyen a través de la mirada masculina, del querer gustar a los hombres".

La delgada línea entre lo saludable y lo obsesivo preocupa a los profesionales. García Repiso, que divulga en redes como Psicobar, introduce un concepto cada vez más común en consulta: la ortorexia, la obsesión por lo sano. "Son casos muy complicados porque no están tan mal vistos por la sociedad y eso hace que sea mucho más difícil pedir ayuda. A ojos de todo el mundo, es algo saludable", aclara

¿Seguirías viniendo al gimnasio si supieras que tu cuerpo no va a cambiar? La mayoría te diría que no

La pregunta clave, según la psicóloga, es sencilla: "¿Seguirías viniendo al gimnasio si supieras que tu cuerpo no va a cambiar? La mayoría te diría que no. Entonces, ya no es por salud".

Un negocio rentable

El movimiento fitness es un símbolo de disciplina y éxito. Lola tiene 25 años y sufre una relación complicada con el gimnasio, que encuentra "muy vinculado a la lógica capitalista". Para ella, implica pensar en el cuerpo "para que sirva en este sistema de producción y consumo, en lugar de por la salud".

"Siempre nos comparamos con esa persona que madruga, va al gimnasio, hace yoga, ve a sus amigos, viste bien, le da tiempo a todo y encima no tiene estrés. Es mucha exigencia, es inalcanzable", se queja la joven. Esta imagen de la persona perfecta representa una figura que se ajusta a las imposiciones del sistema. Es alguien que maximiza su productividad en todos los aspectos. La idea de que el cuerpo debe moldearse y fortalecerse para "servir" es, en sus palabras, un "ejercicio de onanismo", que no busca adquirir ninguna habilidad, solo darse placer a uno mismo.

Cuando no se alcanzan las expectativas, llega la culpa. "Me intento justificar a mí misma con que, entre el trabajo y los estudios, al final del día solo quiero tirarme en la cama, pero es un argumento que muchas veces ni siquiera me sirve", lamenta Laura. El ciclo de autoexigencia constante, impulsado por la percepción de que "otras personas sí sacan tiempo para ir al gimnasio o comer bien", refleja la presión social que acompaña a menudo a la cultura fitness.

El doctor en Comunicación Audiovisual y Publicidad por la Universitat Jaume I, Carlos Fanjul, explica que la publicidad y los medios de comunicación juegan un rol importante en la construcción de estos ideales: "La publicidad no es la mala de la película, pero formamos parte de la causa: los estereotipos no ayudan".

Si ahora se lleva lo de cuidarse, las marcas lo reflejan

La industria publicitaria, cuenta, plasma la realidad social, por lo que "si ahora se lleva lo de cuidarse, las marcas lo reflejan". Sin embargo, detrás de esta invitación a "cuidarse" se esconde un modelo de vida aspiracional que, al mismo tiempo, depende de la constante insatisfacción del consumidor.

La presión estética recae históricamente en mayor medida sobre las mujeres, pero ha comenzado a arrastrar a los hombres. "Ellas buscan la delgadez y ellos persiguen un aumento de masa muscular, porque esos son los estereotipos", explica. De este modo, las marcas "atrapan a otro consumidor potencial y amplían su cuota de mercado".

Espejismos en las redes sociales

Los hashtags como #FitTok, #GymTok o #Fitspiration acumulan millones de visitas, con vídeos en los que el culto al cuerpo es el protagonista: desde los retos virales de Chloe Ting durante la cuarentena para lograr un vientre plano o el más reciente 75 Hard, que propone seguir durante 75 días reglas saludables estrictas. Ahora, términos como "hipertrofia" —aumento de la masa muscular— o "drop set" —una serie de entrenamiento en la que se llega al límite— forman parte del vocabulario de aficionados al fitness.

Para muchos, las redes sociales son fuente de motivación. Sara explica que ha logrado "entrenar al algoritmo" para que le muestre contenido inspirador.

A mí personalmente las redes me han jodido la vida

Sin embargo, Laura reconoce que las redes han tenido un impacto negativo en su autopercepción: "A mí personalmente me han jodido la vida".

Carlos Fanjul destaca que estas plataformas funcionan como un escaparate, donde cada uno muestra "la parte más atractiva de su vida y los demás no saben que está editado". Este fenómeno, que impulsa a los usuarios a compararse constantemente, promueve estándares físicos inalcanzables. Fanjul añade que "hay que tener cuidado con los fitinfluencers, que más que el deporte, venden atributos sexuales y valores connotados de éxito".

En este ecosistema virtual, destacan figuras como Sergio Peinado, graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Con más de cinco millones de suscriptores en YouTube, Peinado utiliza su plataforma para promover una visión educativa del fitness. "Siento responsabilidad de enseñar a la gente qué hay detrás de todo esto que ven en internet", afirma. Aprecia el potencial de las redes sociales, pero alerta de la manipulación que esconden.

Sergio Peinado, influencer fitness

El influencer fitness Sergio Peinado acumula millones de seguidores en redes sociales SERGIO PEINADO

Peinado subraya la importancia de contar con información fiable en un contexto donde el intrusismo laboral y los consejos erróneos proliferan: "Hay mucha gente que se equivoca, que se lesiona o que pierde su tiempo y su esfuerzo porque no saben y siguen a perfiles sin formación". Ocho de cada diez personas que practican deporte lo hacen de forma libre, sin un profesional que les dirija, según la Encuesta de Hábitos Deportivos en España 2022. A pesar de sus riesgos, el influencer valora que las redes hayan impulsado a más personas a interesarse por el ejercicio físico, especialmente en una sociedad marcada por el sedentarismo.

"Es cierto que el sedentarismo es un problema, pero hay influencers que utilizan este mensaje de una manera deshonesta. Al fin y al cabo, cuantos más seguidores tengan, más interesarán a las marcas. El influencer decide hasta dónde llegar", replica Fanjul. Para evitar la exposición constante, algunos buscan sus propios trucos, como Henry, que ha creado dos perfiles en redes sociales: "En una no sigo nada de fitness para no verlo todo el rato".

Henry, Nico, Laura… Todos los jóvenes consultados por RTVE.es sobre su relación con el mundo del fitness tienen algo en común: no imaginan su vida sin el gimnasio. Para algunos, es tan esencial como comer. Al mismo tiempo, son conscientes de cómo su relación con el deporte afecta a su salud mental y confían en, poco a poco, escapar de la espiral de autoexigencia que les limita. Por eso, todos ellos comparten un deseo: disfrutar del camino, sin caer en las garras de la obsesión.