María Ángeles Cremades, psicomotricista: "Debemos ver al niño como un ser humano pleno y no incompleto"
- Analizamos con esta experta la importancia del juego y el mundo simbólico a través de psicomotricidad Aucouturier
- "Las barreras principales pasan por la falta de formación y la creación de espacios adecuados", defiende Cremades


En un rincón donde el caos de un niño jugando parece solo ruido, se esconde una profunda sinfonía de aprendizajes. Cada salto, carrera, carcajada o gesto espontáneo forma parte de un proceso profundo y esencial para su desarrollo madurativo. Cuando juegan, no solo exploran el mundo físico a su alrededor, sino que también van creando conexiones mentales, fortaleciendo su creatividad, autonomía y su capacidad de enfrentarse a los problemas.
María Ángeles Cremades, psicóloga y terapeuta, lleva años defendiendo esta idea a través de la psicomotricidad Aucouturier, una metodología que enfatiza el desarrollo integral del niño mediante el movimiento libre, el juego y la expresión simbólica, especialmente durante los seis primeros años de vida. Pese a las dificultades, Cremades fue una de las primeras en introducir esta metodología en la Comunidad de Madrid. "Llevo un recorrido de 30 años y sigue sin ser fácil, sobre todo porque no termina de oficializarse la formación como psicomotricista".
Cremades es fundadora del Centro Aucouturier y del Centro de Estudios y Formación en Práctica Psicomotriz (CEFOPP). También es formadora y fue presidenta de la Asociación Europea de Escuelas de Formación en Práctica Psicomotriz (ASEFOP). A lo largo de su carrera, ha promovido el enfoque de la conexión cuerpo-mente en el desarrollo infantil.
PREGUNTA: Si tuvieras que describir la psicomotricidad Aucouturier en una frase sencilla, ¿cómo lo harías para alguien que no tiene experiencia en el tema?
RESPUESTA: Es una metodología que propone una intervención por medio del juego y del movimiento. Esto es lo más espontáneo del niño y lo que puede favorecer la creación de pensamiento.
P: ¿Qué crees que los niños pueden enseñarnos a los adultos cuando estamos en un entorno de juego libre y movimiento?
R: Muchas cosas, pero en especial a disfrutar. Los niños ponen en el juego su alma, vida y corazón, entregándose completamente a la experiencia. Algo que los adultos, con el tiempo, vamos perdiendo. Aucouturier y otros autores han destacado el valor del juego infantil, señalando que un niño que juega está comprometido con su propio crecimiento. A través del juego, este no solo se divierte, sino que también explora, aprende y se desarrolla, conectando con sus emociones y con el mundo que le rodea.
P: El juego a través del mundo simbólico, ¿no?
R: Exacto, se cree que esto es jugar con los niños, pero es que el juego tiene mucho calado. Permite conectar su mundo interior con la realidad exterior, permitiéndole explorar, comprender normas y construir su identidad. A través del mundo simbólico puede experimentar sin miedo al fracaso, procesar emociones y aprender a relacionarse. Los adultos viven algo similar cuando una canción o una obra de arte los conmueve profundamente. En ambos casos, se genera un puente entre lo interno y lo externo.
“ Un niño que juega está comprometido con su propio crecimiento“
P: ¿Cuál es el papel del psicomotricista en este enfoque?
R: Pues tiene un papel clave en el acompañamiento del desarrollo infantil. Su labor no es dirigir el juego, sino crear un entorno seguro y comprensivo donde el niño pueda expresarse libremente. En el ámbito educativo, potencia el desarrollo natural del niño, mientras que en el ámbito clínico, puede ayudar a desbloquear aspectos emocionales que puedan estar afectando su crecimiento. Busca escucharle y entenderle. Esto explica por qué el psicomotricista suele ser la persona favorita en el colegio.
P: Aucouturier propone conectar el proceso madurativo sensoriomotor con lo psíquico, ¿cómo es esto posible?
R: Lo psíquico nace del cuerpo. Durante los primeros años de vida, el niño absorbe estímulos del entorno a través de sus sentidos y los va interiorizando hasta formar lo que se conoce como unidad corporal o el "yo". Este proceso implica establecer límites entre el mundo interno y externo, filtrando las experiencias para que sean socialmente aceptables y manejables emocionalmente. La sensación, la emoción y la acción son los pilares sobre los que se construye la psique, permitiendo al niño desarrollarse de manera equilibrada.
En las sesiones priorizamos la maduración psicológica, utilizando la motricidad como medio y no como fin.
¿Cómo son las sesiones en los colegios?
P: Tal vez la mejor forma de entender esta metodología es explicar cómo suele ser una sesión Aucouturier.
R: La sesión comienza con un ritual de entrada en el que se nombra a cada niño, ayudándolos a sentirse reconocidos y parte del grupo. También se recuerda la única norma: no hacer daño a nadie. Luego, entran en la sala y derriban una torre de goma espuma, lo que les permite liberar energía y marcar el inicio del juego. Este momento es clave porque les da seguridad y les permite expresar lo que llevan dentro de una forma natural.
Imagen cedida por María Ángeles Cremades de una sesión en la sala de psicomotricidad.
P: Luego, llega el momento de jugar...
R: Sí. Al principio, corren, saltan y hacen volteretas, disfrutando del movimiento libre. Poco a poco, sin que nadie se los diga, empiezan a jugar juntos de formas más creativas: construyen casas, juegan a ser lobos o a policías y ladrones. Detrás de estos juegos simbólicos hay mucho más de lo que parece: algunos buscan protección, otros quieren mostrar su fuerza o explorar nuevas emociones.
Por ejemplo, cuando hay cachorros, vemos niños que aún se sienten pequeños y vulnerables, en busca de protección. Pero también pueden mostrar dientes feroces y querer morder, diciendo: ‘También quiero ser yo’. Todo esto se da en un espacio donde se sienten seguros.
Imagen cedida por Cremades de una sesión en la sala de psicomotricidad.
P: ¿Cómo suele terminar la sesión?
R: Cuando el tiempo se va acabando, se cuenta un cuento para ayudarlos a calmarse y conectar con sus emociones a través de la historia. Luego, si son más grandes, dibujan o construyen algo, dejando en imágenes lo que vivieron en la sesión. Todo esto sigue el mismo camino que su desarrollo: primero necesitan moverse, luego imaginar y, finalmente, expresar sus ideas sin necesidad de correr o saltar.
Fotografía cedida por María Ángeles Cremades de una sesión.
La sala de psicomotricidad ofrece un entorno donde los niños aprenden a respetarse y a regularse a sí mismos a través del juego.
P: ¿Qué beneficios se ha demostrado que tiene esta metodología?
R: A nivel emocional, social y cognitivo, los beneficios son claros. Los niños que practican psicomotricidad se sienten mejor consigo mismos, ya que encuentran un espacio para canalizar y expresar sus emociones, lo que reduce las tensiones internas. Les permite vivir su entorno de manera más tranquila, establecer mejores relaciones y estar más abiertos al aprendizaje. Además, los niños con psicomotricidad en la escuela suelen estar más motivados, esto es así. Al sentirse reconocidos y comprendidos, ganan más seguridad, autonomía y una visión más positiva del mundo.
Fotografía de Bernard Aucouturier, pedagogo y psicomotricista francés y creador de la Práctica Psicomotriz Aucouturier (PPA) en los 70.
Juego, desarrollo infantil y tecnologías
P: ¿Damos la suficiente importancia al juego simbólico y libre hoy en día?
R: Creo que teóricamente se le da mucha importancia al juego, pero los niños no tienen tiempo para ello debido a sus notables agendas. Se espera que en algún momento tengan tiempo para jugar tranquilos, incluso aburrirse, sin pasar de una actividad a otra, pero no es así. En las edades tempranas, lo más importante es el ser y no tanto el aprender. El niño debe dedicarse a construirse a sí mismo, y esa es su tarea principal. Lo que se le enseña, como el otoño o los carnavales, puede ser divertido para los adultos, pero a los peques les aporta poco.
P: ¿Y cómo acompañamos los adultos en este juego que, poco a poco, va siendo más difícil?
R: Sin duda, la forma en la que acompañamos ha cambiado. Los padres cada vez tienen más dificultad para comprender el mundo de los niños, no solo lo que ven, sino lo que significan las cosas. Ahora, si un niño dice "Te odio" o amenaza con matar, los padres entran en crisis, viendo a un futuro delincuente. Es decir, se tiende a interpretar las palabras de los niños de forma literal, sin considerar su significado simbólico.
“ Los padres cada vez tienen más dificultad para comprender el mundo de los niños “
P: ¿Por qué se puede estar produciendo este alejamiento entre los adultos y el mundo simbólico?
R: Es un poco la pregunta del millón, que nos la hacemos todos los que estamos cerca del mundo de la infancia. No tenemos una respuesta. Supongo que puede estar influido por el tema de la virtualidad, ¿no? Puede que dejar tanto campo a lo virtual se esté comiendo otras cosas, por ejemplo, los espacios intermedios donde se desarrolla el juego simbólico. No sabemos qué consecuencias puede tener en los adultos.
P: Pero sí que estáis observando las consecuencias en los más pequeños, ¿no?
R: En efecto, sabemos que las pantallas enganchan porque generan satisfacciones y liberan hormonas del placer, similares a las que experimenta un niño jugando y moviéndose, aunque sin actividad física. Este tipo de aprendizaje no favorece el crecimiento, ya que cuando nos sentimos inseguros, necesitamos actuar, y es precisamente superando momentos difíciles como los niños maduran. A medida que disminuye esta experiencia vital, los procesos madurativos se ralentizan. Estudios, especialmente en Francia, muestran que las etapas madurativas se están alargando hasta los 8 o 9 años.
P: No sé si podría ofrecer algún consejo práctico a padres y educadores para buscar un equilibrio.
R: Nosotros somos poco dados a dar consejos. Cada familia vive una serie de circunstancias y tiene su realidad. Sin embargo, sí es verdad que en determinadas edades las pantallas, sobre todo en las primerísimas edades, no deberían estar. No hay que renegar de ellas, hay que saberlas utilizar y enseñar a los niños para qué sirven. Si lo único que conocen de jugar al fútbol es por medio de una pantalla, el contacto con la realidad va a ser mucho más duro después.
Psicomotricidad en el ámbito educativo
P: ¿Cómo de extendida está la psicomotricidad Aucouturier en el sistema educativo infantil actual?
R: Está muy instaurada en el País Vasco y Cataluña, y se va reconociendo un poco más en Madrid y en la Comunidad Valenciana. También está tomando fuerza en Galicia, donde la gente empieza a formarse. Andalucía, a pesar de haber mostrado un mayor interés en el pasado, se ha quedado, creo, rezagada en este ámbito. En general, queda mucho por hacer para que la psicomotricidad, especialmente la de base madurativa, se incorpore más en las escuelas y la educación infantil.
“ En la mayoría de España, la psicomotricidad sigue siendo un territorio desconocido“
P: ¿De qué obstáculos estamos hablando?
R: Creo que las barreras principales pasan por la falta de formación y la creación de espacios adecuados. Para aplicar la psicomotricidad correctamente, se necesita un conocimiento profundo de cómo acompañar a los niños, no solo dejarlos jugar. Esto requiere formación, y cuando se cuenta con profesionales capacitados, cambia la dinámica en las escuelas, sobre todo por la reflexión que aportan en los claustros. Los tutores suelen valorar la presencia del psicomotricista, ya que tienen un conocimiento del niño más profundo. Y crear estos espacios es una inversión rentable a largo plazo.
P: Y la neurociencia os está ayudando en este camino, ¿no?
R: La neurociencia ha confirmado lo que sosteníamos desde hace tiempo: la relación con el entorno desde el nacimiento es clave para el desarrollo psíquico. Los niños se construyen en esta relación y, al superar los lazos iniciales, aprenden a ser autónomos, incluso sin la presencia constante del otro. Esta metodología tiene una mirada global de los más pequeños, como seres que integran componentes motores, cognitivos y emocionales en su desarrollo.
“Las barreras principales pasan por la falta de formación y la creación de espacios adecuados“
Debemos de ver al niño como un ser humano pleno y no incompleto al que podemos utilizar o explotar. La historia ha sido dura con la infancia, pero debemos ver (al niño) como un sujeto capaz de su propio crecimiento y merecedor de dignidad y respeto.