Andalucía es cada vez más verde, aunque sigue siendo una de las regiones más amenazadas por la aridez
- Un estudio de la Universidad de Córdoba demuestra que su superficie forestal ha crecido en las tres últimas décadas
- Sin embargo, también advierte de que este aumento "no ha sido homogéneo ni en el tiempo, ni en el territorio andaluz"


El paisaje forestal de Andalucía es ahora más verde que hace tres décadas. Esta es la principal conclusión de un estudio de la Universidad de Córdoba, basado en 28 años de imágenes captadas por satélite, que refleja el aumento del arbolado en esta comunidad autónoma en el período comprendido entre 1994 y 2021. Sin embargo, los resultados no contradicen el hecho de que esta comunidad autónoma siga siendo una de las regiones españolas más amenazadas por la aridez, un fenómeno que sigue avanzando y que está previsto que se incremente en los próximos años debido, entre otros factores, a los efectos del cambio climático.
Para elaborar su trabajo, el grupo de investigación de Ecología Terrestre de la institución académica cordobesa ha utilizado imágenes de los sucesivos satélites Landsat de la NASA, capaces de capturar información en franjas del espectro electromagnético no visibles por el ojo humano. Los datos obtenidos demuestran que Andalucía cuenta ahora con más volumen de masa forestal de la que disponía a principios de la década de los noventa, un crecimiento que fue especialmente más acusado durante los primeros años, entre 1994 y 2005.
"Los bosques andaluces han mostrado un patrón general de reverdecimiento, es decir, un aumento del volumen de masa forestal, lo que indica que muchas especies han logrado mantener o incluso mejorar su actividad fotosintética durante este tiempo", explica a RTVE.es Rafael Villar, el investigador principal del grupo que ha realizado el trabajo científico, quien no obstante advierte de que "este cambio no ha sido homogéneo ni en el tiempo, ni en el territorio andaluz".
Abandono rural y adaptación de las plantas
Para este ecólogo, las razones que explican el aumento son diversas y complejas. Entre ellas, cita el abandono de los campos tras el éxodo rural o la propia adaptación de las plantas a las condiciones climáticas adversas, relacionadas con los efectos del cambio climático, como la fertilización por CO₂ atmosférico. También alude a otras variables como el manejo forestal o los cambios en las políticas de conservación.
Integrantes del equipo de investigación que ha publicado el trabajo. UCO
A pesar de ello, tal y como ha subrayado otra de las investigadoras participantes, Cristina Acosta, es importante destacar que "esta tendencia al reverdecimiento es el resultado de un promedio de toda Andalucía a lo largo del tiempo", por lo que el aumento del verdor no ha sido tan acusado en las zonas más áridas de la geografía andaluza, como Almería, donde una de sus especies más comunes, el pino silvestre, ha mostrado una respuesta más moderada debido a la escasez de precipitaciones.
Es por este motivo que los resultados del estudio pueden resultar engañosos si no se profundiza en ellos, ya que Andalucía sigue siendo una de las regiones españolas más amenazadas por la aridez. "Por lo general, en zonas más áridas, los valores de verdor han disminuido, lo que sugiere una reducción en la actividad fotosintética y, por lo tanto, en la productividad de los bosques en condiciones de escasez de precipitación y altas temperaturas", apunta Rafael Villar, para agregar que "a partir de aproximadamente el año 2005, especies como el olivo, el eucalipto, el alcornoque, el pino resinero y el silvestre han disminuido considerablemente la velocidad de crecimiento, debido al cambio climático".
De la humedad de Grazalema al desierto de Almería
Tal y como describe este profesor de la Universidad de Córdoba, "en Andalucía, en términos generales, hay un fuerte gradiente climático de oeste a este, con zonas húmedas como la Sierra de Grazalema, que registra los mayores niveles de precipitación anual en España con más de 2.000 milímetros de lluvia al año; en un total contraste con las zonas más secas del país, como Almería y el este de Granada, donde encontramos el único desierto de toda Europa".
Una variabilidad climática que "influye directamente en la respuesta de los bosques", ya que "mientras en las áreas con mayor precipitación se observa un reverdecimiento más consistente, en las más áridas hay una mayor reducción en la actividad fotosintética y una posible disminución de la biomasa forestal".
Villar recalca que los bosques andaluces, "igual que cualquier ecosistema en el planeta, están altamente expuestos a los efectos del cambio climático", lo que "podría exacerbar los efectos de la aridez y aumentar el riesgo de incendios forestales, plagas y enfermedades". No obstante, también destaca que "algunas especies mediterráneas han mostrado una gran capacidad de adaptación, lo que sugiere que los bosques podrían seguir desempeñando un papel clave en la mitigación del cambio climático si se implementan estrategias adecuadas de gestión y conservación".
La Sierra de Grazalema, en las provincias de Cádiz y Málaga, registra los mayores niveles de precipitación anual en España. GETTY IMAGES
Crecimiento de los árboles
El trabajo, por otro lado, pone también de manifiesto el impacto de la aridez en la temporada de crecimiento del arbolado, que, si bien se ha acortado en algunas de las especies estudiadas como el acebuche o el eucalipto, su efecto es aún más acusado en el pino silvestre, un árbol especialmente sensible a la ausencia de precipitaciones, que reduce su periodo de crecimiento como mecanismo de adaptación, en función de la llegada de las primeras lluvias otoñales y el adelantamiento de la época estival.
"Es claro que cada vez los veranos son más largos, puesto que comienzan antes y terminan más tarde. En ese sentido, hemos visto cambios en el inicio y el final de la temporada de crecimiento en muchas especies", declara Rafael Villar en este sentido.
"En nuestro estudio, observamos que, en general, todas las especies evaluadas retrasan su inicio y final de temporada de crecimiento conforme aumenta la aridez. De forma muy pronunciada en el pino silvestre, que es muy sensible a la aridez", continúa, para subrayar que, mientras que especies como el pino carrasco y el pino resinero se han adaptado a prolongar su período de crecimiento en condiciones de mayor aridez, otras como el propio pino silvestre, más abundante en el Oriente de Andalucía, "han visto claramente reducida su capacidad de desarrollo".
"Esto significa que la actividad fotosintética comienza más tarde y termina antes en el año, lo que reduce el período en el que los árboles pueden crecer y acumular biomasa; y puede tener efectos negativos en la regeneración forestal y en la provisión de servicios ecosistémicos a largo plazo", concluye este ecólogo.