Es el momento del atentado en la ciudad alemana de Magdeburgo: un coche negro irrumpe a toda velocidad en el mercadillo de Navidad, repleto de gente, y arremete contra la multitud, intentando causar el mayor daño posible.
A punta de pistola, la policía detiene al conductor poco después. Es Taleb Abdulmohsen: psiquiatra, de 50 años, nacido en Arabia Saudí y asilado en Alemania desde 2016. Era conocido por sus posturas radicales contra el islam, religión de la que había renegado. Ya han registrado su casa y la clínica donde trabajaba.
Según el fiscal, el motivo podría ser su descontento por el trato a los refugiados saudíes en Alemania, a los que él ayudaba. Los investigadores creen que actuó solo. Su perfil en redes sociales da más pistas sobre su odio a los musulmanes y su extremismo. Llega a pedir la pena de muerte para Angela Merkel, a la que acusa de ayudar a islamizar Europa.
Alemania está conmocionada por este ataque a las puertas de la Navidad y de las elecciones anticipadas de febrero, en las que la inmigración es uno de los temas más candentes.
"Incomprensible", es la palabra que más repiten los testigos y los que han visitado el lugar del atentado. Entre ellos, el canciller Olaf Scholz, que califica el atropello de "demencial".
No es la primera vez que Alemania sufre una tragedia como esta. Hace justo ocho años, otro atropello masivo causó una masacre muy similar en un mercadillo navideño de Berlín. Entonces el autor fue un yihadista. Esta vez, al parecer, un islamófobo. Distintas motivaciones para un crimen igualmente brutal e injustificable.
Foto: EFE/EPA/FILIP SINGER