Por RAFAEL MUÑOZ
Modesto Lomba se maneja como nadie en los volúmenes contenidos, las formas orgánicas y los colores relajados. Su colección para la próxima temporada invernal se ve en crudos, marrones, azules, amarillos y gris.
El negro desaparece y las prendas, tintadas de tonos claros, exhiben mejor sus trabajos en los cuerpos y las chaquetas. Destacan los vestidos con cuerpo “acorazado”, con laboriosos pliegues que se enrollan creando un escudo para protegerse de las agresiones del tiempo, y de las del corazón.
Blancos de reflejos dorados se cruzan con vestidos en tono cobalto que iluminan la pasarela y toques de limón son punzadas en el paladar contra la monotonía de los marrones, que en esta colección se ven en varios tonos y también en varias texturas: lanas, paños y pieles, por ejemplo. Desde un rasurado visón a otros de pelo largo.
Los toques dorados se van convirtiendo en eje del desfile. Al principio los vemos rematando bolsillos o solapas, y luego en total look para vestidos simétricos con grandes escotes en la espalda, o chaquetas de cierres irregulares.
Cazadoras en gris metalizado llevan cremalleras que permiten enseñar al antojo, y siguen el mismo patrón acorazado que camina paralelo a una colección de contrastes, caprichosa y de entretiempo, para estaciones que se alejan de lo previsto y permiten lucir frescuras en invierno o cubrirse en verano.
Jon Kortajarena ha lucido los look de hombre, con un estilo urbano pero tranquilo. Urbanos también los vestidos con lentejuelas de colores desvaídos que llevan escotes camiseta y tirantes en azul intenso de aspecto deportivo. Una tendencia en alza que veremos esta primavera: un chándal de luxe o un vestido coctel de corte sport.