Por RAFAEL MUÑOZ
El vestido es la pieza principal en el desfile de Teresa Helbig. La diseñadora, que cuenta con un nutrido club de fans que crece cada día, los muestra primero con cuerpo de transparencias y falda de cuero, todo en negro. Así consigue dos colores, piel y negro, y dos pieles, la de la modelo y la del vestido.
En negro vemos también un abrigo-vestido (¿Es útil un abrigo-vestido?) realizado en piel, un tejido que la diseñadora moldea con acierto para obtener un resultado ligero.
El verde esmeralda destaca tanto en un vestido lady como combinado con el negro, y también en un top que se lleva con un pantalón de talle muy alto en príncipe de gales. El magenta irrumpe con fuerza, primero en detalles, y luego en toda la prenda, como en una estupenda capa que esconde costuras ribeteadas en negro.
Helbig mezcla tejidos invernales con otros veraniegos, como tules y gasas que llevan bordados y crean prendas de aire lencero. Lencero es el color nude, adorado por la diseñadora, y lo vemos en vestidos coctel con faldita de vuelo y en otros maxilargos de patchwork geométrico.
Destaca un vestido de seda con plisados que nacen en la cadera y caen al suelo con piedras diminutas, todo en negro, y también un abrigo de plumas nude de lo más cabaretero.
Los destellos nos ciegan antes de bajar el telón y vemos tres piezas realizadas con el mismo tejido: una seda de color nude bordada con cristales de colores, perlas, oro y plata. Helbig, con ella, construye un top que mezcla con un short negro, un vestido coctel un tanto años 20 por encima de la rodilla y otro de talle largo, a la cadera, que cierra el desfile con destellos que bailan a ritmo de jazz.