En una mina abandonada en Stulfontein, al noroeste de Sudáfrica, 4.000 mineros ilegales llevan días sin ver la luz y tampoco reciben comida ni agua. La policía de la localidad quiere terminar con la minería ilegal y, por eso, decidieron bloquear la zona para preservar la seguridad. El gobierno sudafricano se negaba también a proporcionarles suministros básicos.
Ante esta situación, asociaciones que trabajan por los derechos humanos lo denunciaron y ahora han conseguido desbloquear la zona. La jueza Brenda Neukircher, del Tribunal Superior de Gauteng, en Pretoria ha decidido paralizar el bloqueo: "Pendiente de la finalización de la solicitud, el pozo de la mina de Stilfontein, la ciudad donde suceden los hechos, que constituye el objeto de esta solicitud, será desbloqueado y no podrá ser cerrado por ninguna persona o institución, ya sea gubernamental o privada".
El rescate de los miles de mineros atrapados es un proceso difícil y extremadamente lento. De hecho, Sabelo Mgnuni, representante de las comunidades afectadas, ha explicado que podría tardar casi dos semanas, porque “no está claro el número de personas que permanecen bajo tierra”. La portavoz de la policía sudafricana, Athlenda Mathe, ha explicado la conflictividad de esta actividad ilegal. Además del perjuicio económico para el país, esta mina genera violencia entre los trabajadores. “En esta área en particular, en un momento dado del año pasado, recogimos cerca de 20 cadáveres de estos mineros ilegales que se habían peleado. La estrategia que han mantenido, ha dicho Mathe, tiene como objetivo acabar con la minería ilegal.