El paso de devastador ciclón Nargis por Birmania ha dejado un rastro de muerte y destrucción: según las autoridades, más de 350 personas han perdido la vida, 19 en la antigua capital, Rangún,  222 en la región de Irrawaddy y otras 110 en la isla de Haingyi. Pero se teme que el número de víctimas sea aún mayor, ya que muchas zonas del país han quedado completamente aisladas.

Los vientos, de entre 190  y 240 kilómetros por hora, han arrasado varias ciudades del sur del país. Más de 20.000 casas han quedado totalmente destrozadas en la isla de Haingyi, lo que ha dejado a 90.000 personas, literalmente, en la calle.

En Ragún, la antigua capital Birmana, donde residen cerca de 5 millones de personas, numerosos edificios se han venido abajo. "Hay árboles sobre las calles, los hospitales están devastados", ha relatado a Reuters un diplomático birmano en Bangkok.

Según la prensa birmana, las víctimas que murieron en la antigua capital lo hicieron a causa del derrumbamiento de sus casas, aplastados por arboles o al recibir algún golpe de los objetos que arrancaba el viento de los edificios. En el puerto de Ragún, al menos siete barcos han naufragado a causa de las olas de casi 3,5 metros de altura. La electricidad y las telecomunicaciones permanecen cortadas.

En los pueblos y ciudades del delta del río Irrawady y de la costa de la bahía de Bengala, casi la mitad de los edificios han resultado dañados o se han desplomado. El Gobierno militar de Myanmar, la antigua Birmania, ha declarado el estado de "zona catastrófica" en cinco regiones del país.

La autoridades se han visto obligadas a desplegar al Ejército en las zonas más devastadas para ayudar a los damnificados y reparar las infraestructuras básicas. El aeropuerto de Rangún, que ha permanecido cerrado todo el fin de semana, reabrirá este lunes.