Rusia ha sellado su frontera terrestre de más de 4.200 kilómetros con China. Mientras, el gigante asiático combate el virus en hospitales, laboratorios y en mercados y restaurantes. Se cree que el punto de partida de la epidemia fue un murciélago o una serpiente vendidos en un puesto en Wuhan. Esa práctica ha quedado prohibida y los expertos aconsejan además cambiar algunas tradiciones gastronómicas.
Los chinos tienen un cierto aprecio por la carne exótica. Es un hábito adquirido cuando, décadas atrás, la necesidad obligaba a consumir cualquier tipo de animal. Hoy en día no hay escasez, pero ese consumo tiene connotaciones culturales.
Autoridades y científicos tratan de encontrar el origen de la cepa del coronavirus y la respuesta podría encontrarse en el inmenso mercado de productos frescos en Wuhán, el epicentro del brote.
Los primeros contagios se dieron o bien en trabajadores o en compradores asíduos. El primer fallecido, un hombre de 61 años, era habitual de los puestos. Se sabe que aunque se vendía sobre todo pescado, en un pequeño número de tiendas se despachaba animales vivos y piezas exóticas, a menudo sin control sanitario.
Los llamados mercados húmedos llevan años generando controversia en China. En 1999, el 50 por ciento de los ciudadanos admitía no haber comido animales salvajes en el último año y, en 2006, tras el episodio del SARS, el porcentaje se elevaba al 70 por ciento. Es más que posible que el nuevo coronavirus genere el mismo efecto.