El acercamiento entre Israel y Emiratos Árabes Unidos supone un golpe sobre la mesa en Oriente Próximo. Con Estados Unidos de intermediario en ese acuerdo, se ha despertado la política geoestratégica.
Este movimiento permitirá también que Arabia Saudí e Israel, a priori enemigos, tengan la posibilidad de negociar en público a través de los Emiratos que podría ejercer de intermediario. Precisamente los dos tienen un enemigo común: Irán y su creciente influencia regional en Líbano, Siria o Yemen, donde los saudíes mantienen una guerra con los rebeldes huthíes, apoyados por Teherán. Desde Beirut, el ministro de exteriores iraní ha calificado el acuerdo de teatro estadounidenses para intentar imponer su criterio en Oriente Próximo, una puñalada, ha dicho, a los palestinos, pero también a todos los libaneses y a todos los musulmanes. Turquía ha amenazado con romper relaciones con los Emiratos Árabes, aunque la propia Turquía tiene embajada en Israel. Como Egipto y Jordania, países musulmanes que también tratan con Israel. Naciones Unidas o la Unión Europea han aplaudido cualquier negociación que sirva para avanzar en la paz de una región convulsa. Informa Santiago Barnuevo.