Trabajar en la península, es el objetivo de las miles de personas que han llegado a Canarias en el último año. Unas 500 permanecen en el campamento tinerfeño de Las Raíces en condiciones tan precarias que por la noche decenas de ellas duermen al raso como señal de protesta.
Allí confluyen muchas historias personales y casi todas comienzan en un país de África. Mohamed dejó a su familia en Malí, y denuncia que en su travesía sufrió violencia.
Su mujer y su bebé de siete meses no pudieron subirse a la patera por falta de dinero. Se suma a las protestas por las condiciones del campamento. Tiene familia en Francia pero lo único que quiere es poder enviar dinero a su familia, y reclama que regularicen su situación y les dejen trabajar en lo que sea.