En Idlib cientos de miles de civiles están atrapados entre bombardeos. Allí el conflicto sirio se ha enquistado, a punto de cumplirse los 9 años de guerra.
En los últimos Bachar Al Asad se ha ido imponiendo militarmente gracias al apoyo de Rusia e Irán, y son pocos los territorios que escapan a su control. El noroeste del país es uno de ellos. Hasta allí se trasladaron desplazados de ofensivas anteriores en otras regiones de Siria, incrementando su población hasta los casi 4 millones. Milicias extremistas armadas han ganado terreno, entre ellas la antigua rama de Al Qaeda.
En abril del año pasado las fuerzas gubernamentales reforzaron su ofensiva para expulsarlas. Algunas cuentan con el apoyo de Turquía que no renuncia a su influencia a lo largo de su frontera.
Moscú y Ankara establecieron una zona de distensión en Idlib con puestos de observación turcos que en las últimas semanas han incrementado sus efectivos, acusando a Damasco de cruzar la línea territorial demarcada. Rusia dice que Turquía no cumple con su parte de mantener la zona libre de grupos terroristas.
Los civiles están atrapados, un millón se ha desplazado desde el 1 de diciembre, unos 465 han muerto, incluidos 145 menores. Naciones Unidas alerta de que esta zona puede ser escenario de la peor catástrofe humanitaria del siglo XXI.