Los países de nuestro entorno también han intentado poner freno a los precios del alquiler, de distintas formas. El caso más conocido es el de Alemania, en concreto el de Berlín, donde se toparon las rentas, aunque hace unos meses el Constitucional tumbó esa norma. En Francia, la Ley ELAN permite limitar las subidas un 20% respecto a un precio de referencia. En Italia los ayuntamientos pueden acordar precios máximos con asociaciones de propietarios e inquilinos, algo que hace el de Roma. Y en Suecia se pacta también un precio de referencia del alquiler. Allí, el tema es tan sensible que el intento de acabar con el control de precios provocó una crisis de gobierno hace solo unas semanas y se llevó por delante al primer ministro.
Pero limitar los precios no es la única herramienta a la que recurren los países de nuestro entorno: muchos construyen viviendas sociales. Países Bajos, Austria y Dinamarca son algunos de los países con más vivienda de alquiler social. Otros, como Portugal, han tratado de bajar los precios ofreciendo beneficios fiscales. Sin embargo, estas medidas tampoco son la panacea. En Suecia hay lista de espera para acceder a un alquiler y en Berlín al toparse los precios salieron menos pisos al mercado.