Antes de morir, en 1944, Edvard Munch donó a Oslo su amplísimo legado. Su única condición fue que se construyera un museo para que sus numerosas pinturas, dibujos, esculturas y documentos estuvieran a disposición del público, y se acaba de inaugurar. Es el museo más grande dedicado a un único artista. Las autoridades municipales decidieron que el nuevo edificio formaría parte del ambicioso proyecto de remodelación de la ciudad, junto a la Ópera, en el espacio urbano que se ganaría al puerto. El concurso para la construcción lo ganó en 2009 el arquitecto español Juan Herreros. "Desde el fiordo el edificio tiene una presencia casi majestuosa. Es como una bienvenida a los viajeros. Sin embargo, desde la ciudad lo descubres callejeando."
Una torre de aluminio y cristal sostenible que ha tardado más de diez años en ser ese espacio de encuentro en la vida de la ciudad que quería Juan Herreros. Y sí, por supuesto, el museo donde contemplar el grito. "La manera en la que ocho personas sujetaban el grito mientras se colgaba en la pared, era todo de un ceremonioso extraordinario. Pero el caso es que yo fui y aquello estaba colocado como si no hubiera pasado nada. Fue muy, muy impactante. Fue un verdadero shock." Una sensación que podrán ya compartir todos los visitantes.