La primera en caer fue la estatua de un tratante de esclavos en Bristol. El domingo la tiraron al río. Luego fue el rey Leopoldo II en Amberes, Cristobal Colón en Richmond… El movimiento está cogiendo fuerza especialmente en Reino Unido.
En todo el país se discute sobre si hay que seguir homenajeando a personajes con luces y sombras, o directamente racistas. Grupos de estudiantes llevan años pidiendo que se retiren estatuas, y más de 100 ayuntamientos laboristas estudian cuáles deben desaparecer del espacio público.
En Londres ya han retirado la de Robert Milligan, propietario de esclavos. Otras figuras prometen ser más polémicas, como la Winston Churchill en la Universidad de Oxford. Eliminarla sería, para los conservadores, ir demasiado lejos.