La rutina en Kiev está marcada por el sonido de las sirenas antiaéreas. Cuando suenan, uno de los refugios habituales son las estaciones de metro. Fran Sevilla, enviado especial de RNE a la capital ucraniana, ha estado en el subterráneo de Nyvky donde había programada una actuación para niños organizada por una ONG.
Los animadores tratan de hacer olvidar a los niños la situación que se está viviendo, según explica Julia, una de las animadoras: "Tratamos de hacer algo bueno para los niños, que se sientan seguros, y felices".
Son niños que duermen ahí, en colchones junto al andén, con sus padres. Lógicamente, tratan de evitar que sus hijos sientan pánico. "Cuando escuchan las sirenas corren a algún lugar seguro, pero no saben exactamente lo que es la guerra. Solo tienen la certeza de protegerse sin preguntar mucho más", le cuenta Victoria, una madre de un niño de tres años, a Fran Sevilla en el diario 14 horas de RNE.
Sin duda, el sonido de las risas de los niños escuchado en la estación de metro de Nyvky es algo que no se percibe desde hace un mes en la superficie de las calles de Kiev. Una inocencia feliz encapsulada bajo tierra.