Francia celebra mañana la primera vuelta de las elecciones presidenciales, en las que está en juego la posibilidad de que, por primera vez, la extrema derecha llegue al Eliseo. A día de hoy, Emmanuel Macron conserva cierta ventaja, pero ya no está claro que funcione el cordón sanitario que en otras ocasiones bloqueó a la extrema derecha.
"Ya no es tanto que mucha gente vote a Le Pen, sino que mucha gente no vote a Macron", explica Aldo Rubert, investigador de sociología política. Algo que se explica por la imagen arrogante y soberbia que ofrece el hasta ahora presidente. Esto, unido a la banalización de la extrema derecha y la presencia en campaña de Zemmour, provoca que la extrema derecha de Le Pen tenga una base más amplía. La moderación de sus formas también genera menos rechazo entre la población, lo que provoca que Macron sea el favorito en los sondeos, pero con un margen muy estrecho.
Uno de los elementos fundamentales en estas elecciones es la participación, ya que se teme una abstención histórica: los últimos sondeos apuntan a una abstención que se podría acercar al 30%, una cifra nunca vista desde hace 20 años. Además, muchos ciudadanos franceses todavía no han decidido el sentido de su voto. Hasta un tercio de los electores están indecisos, según las encuestas.
Informan Antonio Delgado, corresponsal en París y Guillaume Bontoux, enviado especial