¿Qué hubiera ocurrido con Concha Robles, con su reputación y con su asesino si no hubiera sido una afamada actriz?
La noche del 21 de enero de 1923, en el Teatro Cervantes de Almería hace casi un siglo, se estrena la obra 'Santa Isabel de Ceres'. El coliseo, abarrotado, recibe entusiasmado a la protagonista, Concha Robles, que con 35 años regresa a su ciudad en el momento cumbre de su carrera como actriz. En el primer acto suenan disparos y el público rompe a aplaudir la innovación de los efectos especiales. Pero entonces, un chaval irrumpe en el escenario y se desangra.
La protagonista, Concha Robles, yace en el suelo. Antes de que comenzara la obra, el comandante Carlos Berdugo Boti, con el que Concha Robles había iniciado los trámites para divorciarse, se cuela en el camerino de ella apuntándole con una pistola. La mujer intenta protegerse detrás de Manuel Aguilar Ruescas, un aprendiz de imprenta, pero eso no es impedimento para Berdugo Boti, que dispara sobre ambos con su Browning y, después, a sí mismo en la sien. Concha Robles y el joven Manuel Aguilar fallecen. El entierro de la actriz fue multitudinario. El asesino salvó la vida, pero no un ojo. Fue juzgado por un consejo de guerra. Afirmó que “la conducta equívoca de la mujer dio lugar al hecho” y presentó un informe en el que se aseguraba que Concha Robles era “neurasténica, desequilibrada, de carácter voluble, coqueta y apoyada en su madre”.
La Fiscalía lo acusó de parricidio y fue condenado a cadena perpetua. Durante el juicio, el fiscal desmontó toda la estrategia de la defensa del asesino y, para ello, se apoyó en el testimonio de la madre, de otras actrices, de empresarios del teatro, del marqués de Tamarón y hasta del alcalde de Granada, la ciudad donde la actriz había sido maltratada por su marido.