Paulo Abrão, exsecretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y actual director de Washington Brazil Office
Miles de seguidores del expresidente brasileño Jair Bolsonaro han invadido este domingo en Brasilia el Congreso Nacional, el Palacio presidencial y la Corte Suprema, los tres poderes del Estado. Paulo Abrão, exsecretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y actual director de Washington Brazil Office, lo define como una crisis anunciada: "Durante sus cuatro años de gobierno, Bolsonaro estimuló la creación de estos rupos extremistas radicales". La tardía intervención de las fuerzas de seguridad se debería, según Abrão, a una contaminación de este extremismo en "sectores de seguridad nacional y de la inteligencia", propiciada por el papel activo de perfiles militares y policiales en el gobierno de Bolsonaro. Con todo, asegura que "existe una gran confianza en la capacidad de mediación y de conciliación que Lula personalmente proyecta", algo que "será determinante para evitar una crisis institucional en el país". Sobre el paralelismo inevitable con el asalto al Capitolio de los Estados Unidos, Abrão afirma que "Bolsonaro nunca escondió su admiración por Trump". Aún más, cree que siguió los mismos tres pasos fundamentales: desinformación, deslegitimación de las instituciones y activación de grupos radicales dispuestos a atacar.