“Desolador” es el adjetivo que utiliza el sector de las bebidas espiritosas para definir el 2020, con una caída del negocio de entre el 30 y el 50 por ciento. Antes de la pandemia el sector aportaba a la economía española 7.600 millones de euros y el 70 por ciento de la producción de bebidas destiladas se vendía a hoteles, restaurantes y cafeterías. Desde la Federación de Bebidas Espiritosas exigen ayudas directas, como en Alemania, que cuantifica en unos 2.300 millones de euros. En el caso del vino, el sector factura unos 6.500 millones de euros anuales, pero ha sufrido un fuerte desplome de ventas con las restricciones en hostelería y restauración.
Los cierres también hundieron las ventas de los ibéricos entre un 40 y un 60 por ciento, según el producto. Pero la interprofesional buscó alternativas en la venta online y la promoción en carnicerías para amortiguar la caída.
Las ventas del cortero lechal o de ternasco se han desplomado entre un 20 y un 30 por ciento, aunque en Aragón y Castilla y León el desplome alcanzo entre un 60 y un 80 por ciento. El consumo en casa, la venta online y las exportaciones esperanzaron a los ganaderos.
El sector del vacuno también ha sufrido, porque la mayoría de su producción iba destinada a la hostelería. Tras el impacto inicial, el sector se ha reajustado y deja atrás una producción que fue récord en 2019.
Un reportaje de Iñigo Inchusta.