Elizabeth Semper, presidenta de la Asociación COVID Persistente España
A pesar de que sigue habiendo casos y hospitalizaciones, la pandemia del COVID-19 ya no es un elemento central en nuestras vidas. Sin embargo, hay quienes a día de hoy siguen sufriendo los efectos del virus. Los arrastran desde que se contagiaron y su vida no ha vuelto a ser la misma. Elizabeth Semper es presidenta de laAsociación COVID Persistente España. Se contagió en el trabajo en febrero de 2020, antes del confinamiento: "Cuando se suponía que tenía que haber resuelto la enfermedad, por desgracia continuó con una cantidad de síntomas que no cuadraban". De la disfunción respiratoria, derivan una gran variedad de síntomas digestivos, vasculares, cognitivos o dermatológicos: "Perdía la movilidad de un pie, perdía un oído a temporadas, me quedaba sorda. Pero, además, tampoco sabía reconocer objetos habituales, tenía un deterioro neurocognitivo importante, que afortunadamente no ha tenido secuelas". Sin entender lo que ocurría, acudió a un especialista un año y medio después, cuando llegó a un punto en que necesitaba ayuda para prácticamente todo. Una vez identificada la enfermedad, Elizabeth echa en falta una mayor empatía y atención por parte del sistema sanitario: "Fuimos nosotros los que tuvimos que ir casi puerta por puerta, médico por médico, explicando lo que estaba ocurriendo".