La Barcelona de 1949, la de la posguerra, probablemente se parecía mucho más a una novela de Juan Marsé que al espejo del nacionalcatolicismo que quería vender la dictadura. En el puente imaginario entre las colas de racionamiento y las noches del Tívoli surge la víctima de hoy: Carmen Broto, prostituta de la élite barcelonesa de aquellos años. Belleza imposible bajo el juramento de “nunca más volveré a pasar hambre”. Había nacido en Huesca, en 1922, y como tantas otras fue expulsada a la gran ciudad a ganarse la vida en el servicio doméstico. Al tiempo comenzó a ejercer la prostitución. Se dice que Carmen Broto inauguró la figura de “la querida” y que la mataron para proteger a la gente de la alta sociedad, como declaró su asesino.
El periodista Pedro Águeda cuenta este crimen en el 24 horas de RNE.