Deslenguado y auténtico, David De Jorge, más conocido como 'Robin Food' o, como él mismo se define, "el mejor cocinero mediocre del mundo", se pasa por el Cuarto De Atrás del informativo 24 horas para hablar con Lara Hermoso de su vida, su trayectoria profesional, la alta cocina y la no tan alta y la obesidad y los efectos de ella en su vida.
Nacido hace 50 años en Hondarribia —"un sitio donde nadie quería vivir por estar lejos del centro urbano"—, De Jorge reconoce haber tenido una infancia feliz "rodeado de vacas y huertas, corriendo descalzo y con una familia muy disfrutona": "Todo lo bueno que me ha pasado está allí, en el origen". Como Maripaz, la extremeña que cuidaba de él y sus hermanos cuando todavía era un niño y una de las grandes responsables de inculcarle la pasión por los fogones: "El olor de mi infancia era el olor a lejía de Maripaz... y el de sus croquetas. Me pegué a sus faldas y nació en mi esa pasión. Tuve la suerte de poder volver a verla, de poder abrazarla antes de que muriera". Tras haber trabajado con algunos de los más grandes cocineros del último medio siglo, De Jorge explica que siempre recuerda a sus alumnos que "lo primero que aprendí fue a picar cebolla y a fregar": "En este oficio hace falta armarse desde los inicios pisando suelo y fue la enseñanza correcta"; "Hay que conocer el oficio y, poco a poco, escalón a escalón, ir construyendo tu trabajo", añade.
Asimismo, 'Robin Food' reconoce no haber experimentado la explotación que muchos jóvenes dicen haber sufrido en los restaurantes de alta cocina cuando están empezando: "Nunca he contado las horas, ni he mirado el reloj, ni me he preocupado de lo que cobro... quizás sea un tarado. Tampoco he visto nunca esa explotación y nadie te pone una pistola en la cabeza". De Jorge también afirma que hace falta fortaleza mental para estar en el mundo de la alta cocina ya que "son muy pocos los que saben tocar el balón como los grandes" y admite sentir envidia por los que están empezando en el mundo de la cocina: "Veo a mucha gente joven con mucha pasión y mucho más capacitada de lo que estaba yo".
El cocinero hondarribiarra también habló sobre la obesidad que padeció años atrás: llegó a pesar más de 250 kilos, a perder 140 en apenas cinco años y reconoce haber llegado a un punto en el que le daba igual morirse. "Tener ese pensamiento con 40 años es muy, muy doloroso... Todos los días, todas las horas era consciente de la limitación que tenía para, por ejemplo, levantarme de la cama cada mañana", relata De Jorge.