En España, casi cinco millones de personas vivían solas en 2020, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Más del 43% tenía más de 65 años. Las personas con discapacidad, cuidadoras o inmigrantes son también especialmente susceptibles. En los tiempos del COVID-19, la situación no ha mejorado, sino que avanza imparable. Para dar visibilidad y hacer seguimiento de esta circunstancia, se ha creado recientemente el Observatorio de la Soledad No Deseada (SoledadES). Impulsado por la Fundación ONCE, su intención es unificar el trabajo de diversas organizaciones sociales para crear "una red de apoyo eficaz". Así lo explica su presidenta, la exministra de Asuntos Sociales Matilde Fernández. "En algunos otros países, este observatorio lo crean los poderes públicos", explica. Ante la lentitud de estas políticas, tratan de demostrar el coste sanitario y social de no atender la soledad: "Tenemos un montón de hombres y mujeres perfectamente sanos, capaces y com mucho tiempo libre que podrían hacer muchas cosas". Para Fernández, es imprescindible "romper los estereotipos de la gente mayor".
La Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP) es una de las organizaciones involucradas en el observatorio. Su presidente, Lázaro González, reivindica la necesidad de recuperar los espacios perdidos con la pandemia: "Las autoridades públicas deben considerar que los espacios comunitarios son servicios esenciales". Asimismo, considera la soledad como una cuestión no solamente política, sino de responsabilidad social: "Nos debería dar verguenza al resto de la sociedad que haya personas que estén solas".