Las protestas por la muerte de George Floyd comenzaron en Estados Unidos y después llegaron a Europa. Han tomado distintos enfoques en función de cada nación. Las protestas contra el racismo recuerdan a otras, por ejemplo, contra la violencia de género o los derechos LGTBI. ¿Cuál es el hilo que las conecta? Sarah González Noveiri, profesora y doctoranda en la Universidad de Denver, Colorado, estudia cómo explicamos y entendemos sistemas y estructuras opresivas fuera de los marcos occidentalizados.
González ha sostenido en el programa 24 horas de RNE que estructuras como el racismo, la violencia de género, la homofobia, etc., se conectan globalmente y su hilo conductor es el poder. “Necesitamos ser capaces de desligar el racismo de la idea de que te están llamando racista”, ha indicado. Y eso, ha explicado González, se consigue entiendo el racismo como “algo estructural”, implementado en la educación, los medios mediáticos… “A lo mejor nosotros pensamos que no somos racistas, pero sí lo somos porque hemos crecido en un mundo donde el color de piel nos ha posicionado”, ha señalado. La doctora ha sostenido que “el racismo no ha terminado” y “el mejor ejemplo es Estados Unidos” donde hay barrios para la comunidad blanca y barrios para la comunidad negra.
González ha puntualizado que “todos estamos conectados mundialmente por el racismo” porque “la colonización del mundo la hicieron los europeos y sus ideales de superioridad sobre la raza blanca se han transferido a diferentes localidades”.