El 27 de septiembre de 1888, la agencia de noticias sensacionalistas Central News de Londres recibió una carta dirigida al jefe de Scotland Yard. Al fin se pronunciaba el asesino de prostitutas que tenía atemorizada a la ciudad. “Sinceramente suyo, Jack el Destripador”, se despedía. Aquella misiva sorprendió a Madrid conmocionado por el crimen de la calle Fuencarral, tanto como para dividir a los vecinos en dos bandos, según cuál fuera su sospechoso: o eras de Higinia o eras del Pollo Varela. Los periódicos se habían personado en la causa, ofrecían todos los detalles del sumario. No se hablaba de otra cosa que de la misteriosa muerte de la señora Luciana Borsino, quizá a manos del crápula de su hijo, acaso víctima de su nueva criada… Y en aquel clima de noticias sensacionalistas y enormes carencias no pudo ser de otra forma que los propios ciudadanos y los periódicos de la época creyeran detectar aquí, nada menos, que a Jack el Destripador.