La brecha de género sigue teniendo una gran presencia en el mercado laboral y, en determinados campos, es más ancha que en otros. La ciencia, la investigación y el mundo universitario aún tienen muchas tareas pendientes en este aspecto. Conversamos con Patricia González Rodríguez, neurocientífica y fisióloga. Actualmente, investiga sobre el párkinson en el Instituto de Biomedicina de Sevilla. En colaboración con la Northwestern University de Chicago, su grupo ha logrado generar un nuevo modelo animal con el que han desvelado algunas incógnitas sobre la enfermedad: "Hemos visto que las neuronas dopaminérgicas no mueren directamente, sino que cambian su morfología y desaparecen a nuestra vista. Podríamos intentar rescatarlas y revertir un poco la enfermerdad". Aunque este descubrimiento copó bastantes titulares, González considera que persiste una gran desconexión entre la sociedad española y la ciencia: "Aunque acabamos de pasar una pandemia en la que hemos visto que es crucial, creo que todavía no se valora lo suficiente". A ello, suma la falta de oportunidades para los profesionales, lo que deriva en la conocida como fuga de cerebros: "Somos buenos en los primeros estadíos, pero no tenemos una buena estabilización". De su estancia en Estados Unidos, destaca la graninversión privada en ciencia, algo que no no es habitual en las empresas españolas: "Se hace solo si se va a recuperar ese dinero y la ciencia no funciona así. Se necesita una investigación básica".
"A la mujer se le suele exigir mucho más de lo que se exige a los hombres", lamenta Patricia González. De la desigualdad de género en la ciencia, pone el foco en el perjuicio que las bajas maternales suponen para las mujeres: "Cuando paras tu producción científica, vas quedándote atrás". Aunque afirma que se está mejorando, cree que "todavía queda mucho por avanzar". Sobre este y otros asuntos, preguntamos a Esther Roca, profesora del departamento de Educación Comparada y una de las impulsoras del movimiento #MeToo en la Universitat de València. Cuando era estudiante, Roca fue víctima de acoso sexual por parte de un profesor. Cuenta que no fue la única, pero que nadie denunció porque no se tenía la información que hay ahora. Años después, cuando ya se dedicaba a la docencia, se vio inmersa en un episodio de violencia de género aisladora: "Es la que sufrimos las personas cuando defendemos a víctimas de acoso sexual o de cualquier otro tipo de violencia de género". Ante el acoso sexual en el ámbito universitario, cree que los protocolos y las comisiones de igualdad no son realmente efectivos, ya que no tienen en cuenta el conocimiento científico que hay al respecto. Con todo, asegura que desde el movimiento #MeToo están logrando que las universidades formen a sus trabajadores.