"Los Estados Unidos de América designarán ANTIFA como una organización terrorista". Esas poco más de diez palabras que el presidente estadounidense Donald Trump tuiteaba el pasado domingo para volver a marcar agenda política, palabras que el líder de Vox, Santiago Abascal, tardó muy poco en suscribir y aplaudir. "Es un argumento sin sentido: ni es una organización, ni tiene líder, ni oficinas, ni es terrorista", ha explicado en 24 horas de Radio Nacional Mark Bray, historiador y autor de Antifa, un estudio sobre este movimiento que "es el enemigo más importante de Vox y la alt-right americana": "La palabra terrorista es una forma drástica de deslegitimar la política de un enemigo y el movimiento antifascista es su enemigo más importante. Es una forma de cambiar la perspectiva: de un movimiento que lucha contra el fascismo a calificarlos como terroristas".
Bray, vinculado estrechamente al mundo del activismo (promovió el movimiento Occupy Wall Street tras la crisis financiera de 2008), define el movimiento antifascista como "una política de autodefensa contra la extrema derecha" que "puede o no ser violenta": "En Estados Unidos hay mucha rabia por las matanzas contra la gente negra. Alguna puede ser de grupos antifa, pero es una rebelión mucho más grande". Y es que Bray define los episodios que estamos viviendo como "la más importante rebelión de EE.UU. en 50 años" y señala que Trump está intentando matar dos pájaros de un tiro: desviar la atención del problema principal y de estigmatizar a sus enemigos. "Los orígenes de esto son obvios: la brutalidad policial y el racismo. Pero Trump no quiere hablar de ello", ha sentenciado.