El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se ha reunido con los primeros ministros de Finlandia y Suecia con la propuesta de que estos países refuercen su presencia militar en el mar Báltico, una acción que califican de proporcionada y que niegan que sea una amenaza a Rusia. Stoltenberg ha asegurado además que considera desplegar batallones de combate de la OTAN en el sudeste europeo.
Mientras, Rusia muestra su descontento con los pasos de Estados Unidos y de la OTAN, así como con la actitud de Ucrania. El portavoz presidencial, Dmitri Peskov, ha afirmado que la posibilidad de una guerra es más alta que nunca, aunque insiste en que la responsabilidad recae sobre Ucrania y Occidente. Aseguran que es Ucrania la que prepara un ataque para tomar la región del Donbás, en manos de separatistas pro-rusos. Rusia niega oficialmente participar en ese conflicto, que se remonta a 2014 y ha costado unas 14.000 vidas, pero se muestra más dispuesto que nunca tanto a reconocer su independencia como a intervenir abiertamente en su defensa.
Paralelamente, la flota enviada al mar Báltico se une a las maniobras navales que está desarrollando el ejército ruso en diversos océanos. Además, sigue preparando los simulacros conjuntos con Bielorusia para febrero. Para ello, han mobilizado ya a más de 120.000 soldados a las puertas de Ucrania, lo que hace temer a Occidente una nueva invasión del país vecino. Informa Érika Reija, corresponsal en Moscú.
Los maniobras militares y los envíos de tropas se suceden, a pesar de que la maquinaria diplomática trabaja contrareloj para evitar a toda costa una guerra. Con estos movimientos, la OTAN traza ante Putin una disuasión creíble y le advierte de que, en caso de atacar Ucrania, no se va a quedar con los brazos cruzados como en 2014, cuando se anexionó Crimea. Informa Emilio Andreu.