Computación en la niebla es una infraestructura de computación descentralizada en la que los datos que generan los dispositivos, el almacenamiento, procesamiento y aplicaciones no se cargan directamente en la nube, sino que se distribuyen en nodos más próximos al usuario. El término fue acuñado en 2015 por la multinacional Cisco a partir de una metáfora: hablar de acumulación de gotas minúsculas de agua como niebla o como nube depende solo de la altura a la que se da el fenómeno. El objetivo --explica Juan Carlos López, catedrático de Tecnología de Computadores de la Universidad de Castilla-La Mancha-- es reducir el tráfico de datos en la red, mejorar la eficiencia y disminuir el tiempo de latencia.
Una arquitectura de red inteligente es la encargada de que los datos generados por los distintos dispositivos viajen finalmente o no a la nube. La computación en la niebla es necesaria en aquellas aplicaciones que necesitan un procesamiento de los datos en tiempo real como el coche autónomo o el internet de las cosas. Pero como advierte Juan Carlos López, sin perder los servicios que da la nube.