En los últimos años, con el desarrollo de la nanotecnología y de la fotónica, ha cobrado fuerza una nueva rama científica: la plasmónica. Estudia la vibración colectiva de los electrones de un metal cuando incide sobre ellos una radiación de una determinada longitud de onda, amplificándolo varios órdenes de magnitud. Es lo que se conoce como plasmón.
Como recuerda José Antonio Martín Pereda, ingeniero de telecomunicación y miembro de la Real Academia de Ingeniería, las bases de esta ciencia se cimentaron a principios del siglo XX con los trabajos teóricos de Sommerfeld y las observaciones experimentales de Wood. Los metales nobles (plata, oro) han sido los sistemas plasmónicos por excelencia, pero sus frecuencias de oscilación características están restringidas al rango infrarrojo-visible lo que limita la aplicación de los dispositivos. Con nanopartículas se logran propiedades ópticas difíciles de obtener con los materiales tradicionales como semiconductores, moléculas fluorescentes o pigmentos. Además, pueden utilizarse para mejorar las propiedades de otros materiales.
Los plasmones destacan como sistemas ideales para guiar la información a escala nanométrica y podrían ser empleados en la fabricación de chips ultrarrápidos y más eficientes.
A hombros de gigantes
Plasmón, prometedora cuasipartícula para chips más rápidos
19/10/2021
05:49