Nuestro cuerpo está literalmente invadido por miles de millones de microbios que viven en la piel y -sobre todo- en el intestino. Es lo que se conoce como microbiota. Eucariotas, arqueas, bacterias y virus suponen el 3 por ciento del peso total de un individuo. La gran mayoría de son beneficiosos y desempeñan un importante papel en nuestra salud ayudando a la absorción de ciertos nutrientes, suministrando componentes esenciales o mejorando el funcionamiento del sistema inmunitario. Como explica Daniel Ramón Vidal, doctor en Biología y miembro de la Real Academia de Ingeniería, la colonización microbiana del intestino comienza durante el parto y posteriormente con la lactancia materna.
Alteraciones en la microbiota pueden ser causa de enfermedades y se han descrito patologías asociadas como la enfermedad de Crohn, la fibrosis cística o trastornos de la piel. Infecciones bacterianas, diarreas, tratamientos con antibióticos pueden alterar el equilibrio y los probióticos se han convertido en una potente herramienta para restaurarlo. Se trata de microorganismos vivos (generalmente bacterias y levaduras) que nos producen una mejora en nuestro estado de salud.
Los probióticos comunes incluyen lactobacilos, bifidobacterias, saccharomyces, estreptococos, enterococos, escherichias y bacilos. Hay estudios que demuestran que su consumo podría ser beneficioso para prevenir o tratar enfermedades como diarreas agudas en niños; el síndrome de intestino irritable; hipercolesterolemia u obesidad. El grupo de Daniel Ramón ha desarrollado una combinación de tres probióticos que se ha revelado eficaz en el tratamiento de la dermatitis atópica
No hay recomendaciones oficiales para el uso de probióticos en personas jóvenes sanas. Y como advierte Daniel Ramón, deben ser pautados por el médico.