El uso de la simulación en la medicina es antiguo. Ya en el s. III antes de Cristo, el cirujano hindú Sushruta recomendaba el uso de melones para practicar incisiones y empleaba muñecas de lino de tamaño natural para hacer vendajes. Pero si algo caracteriza a la práctica médica es que refleja los conocimientos, la tecnología y la cultura del momento. Como explica Manuel Doblaré, ingeniero industrial y miembro de la Real Academia de Ingeniería, el desarrollo de los videojuegos en la década de 1980 impulsó el uso de simuladores quirúrgicos.
La simulación elimina los problemas éticos ya que no es lícito que un profesional sanitario se entrene con pacientes si no ha adquirido unas destrezas y habilidades previas. La tecnología empleada va desde simples equipos que permiten adquirir habilidades básicas iniciales hasta equipos de cirugía de mínima invasión, que en ocasiones trabajan sobre pantallas de realidad virtual, y en otras, sobre tejidos biológicos, órganos aislados, cadáveres humanos o animales de laboratorio.
Los sensores de fuerza y movimiento que ofrecen al usuario sensaciones muy parecidas a las que puede experimentar en una cirugía real.
Las imágenes médicas de gran calidad que proporcionan escáneres y resonancias magnéticas pueden ser incorporadas para recrear un ambiente virtual. Y gracias a ese entorno, los simuladores también pueden ser empleados para planificar cirugías específicas.