La palabra es nuestro bien más propio: es el intento de comunicar lo imposible, de narrar lo inefable, de contar lo que escapa a cualquier tipo de conceptualización y, como apuntó Aristóteles, la palabra nos permite matizar, pues intenta distinguir entre lo bueno y lo malo, lo amable y lo horrible, lo justo y lo injusto. Carlos Javier González Serrano conversa con Luis Alberto de Cuenca, poeta y académico, sobre el modo en que la poesía no se limita a describir el mundo. La poesía también lo transforma, haciéndolo habitable en tanto que lo trasciende. Porque no nos es suficiente con la desnuda materialidad. Escribió Rubén Darío que leer poesía es “asomarse a las puertas del misterio y volver de él, con un vislumbre de lo desconocido en los ojos”. Quizá debamos volver a mirar a la realidad con ojos de asombro, con los ojos en pasmo, como decía Ortega, para redescubrir el misterio de lo que se nos ha hecho insultantemente cotidiano.
A la luz del pensar
La palabra poética como acceso al misterio
02/12/2024
31:53