Cuando nos aproximamos hacia el final de esta temporada de Ars Sonora (la novena en la etapa actual del programa), el septuagésimo cumpleaños de una de las figuras más prominentes de la creación musical experimental de las últimas décadas parece una perfecta ocasión para clausurar el curso radiofónico. Celebramos, pues, los setenta años de Llorenç Barber en su compañía y en la de su cómplice Montserrat Palacios, escuchando una selección de obras -acaso no entre las más difundidas- de quien ya representa una parte fundamental de la historia de la música española reciente.
Recordando visitas anteriores de Llorenç Barber a nuestro espacio, como la que estuvo originada por la presentación radiofónica del imprescindible volumen "La mosca tras la oreja: de la música experimental al arte sonoro en España" (escrito en co-autoría con Montserrat Palacios y publicado por la Fundación Autor/SGAE), el diálogo comienza poniendo en valor el gesto reflexivo o teórico, tan necesario -pero desgraciadamente no tan frecuente en nuestro entorno- para entender y profundizar en ciertos planteamientos artísticos, y así contribuir a su mayor disfrute y difusión.
Ese gesto reflexivo, evidentemente, no puede separarse de un marco histórico, y en nuestra conversación Llorenç Barber nos ofrece, desde la primera línea que representa su experiencia personal como artista, una visión acerca de los Encuentros de Pamplona (1972) divergente respecto de la que se ha venido sosteniendo desde ciertas publicaciones e instituciones museísticas. Así, entre los más reseñables fenómenos que nacieron al calor de ese "inicio de fiesta" que representaron para toda una generación aquellos Encuentros de Pamplona, Barber subraya la importancia, desde 1973, del grupo ACTUM. La audición de una obra surgida en 1978 de ese contexto, la "Óbice sonata, para agua y flautas", que tiene como intérprete a José Luis Berenguer (autor del primer libro sobre música electroacústica publicado en España), sirve como telón de fondo para el despliegue de esta narrativa alternativa a las más difundidas.
La producción creativa de Llorenç Barber en la década siguiente, los años ochenta del pasado siglo, puede analizarse -según él afirma en este diálogo- desde la perspectiva del minimalismo, si bien este término debe entenderse aquí (como también en el caso de otra figura de extrema relevancia -que, desgraciadamente, nos dejó hace sólo unos meses-, Carles Santos) en un sentido algo distinto del anglosajón, es decir, con ciertas particularidades más bien mediterráneas. "Música nuda", de Barber, sirve como ejemplo -con sus reminiscencias tonales, eminentemente diatónicas- no solamente de esta etapa de su carrera compositora, sino también de todo un momento histórico que aún no ha recibido la suficiente atención por parte de teóricos y programadores.
La fundación en Valencia del ENSEMS (decano, desde 1979, entre los festivales dedicados a la música contemporánea en España), así como el FLES (Festival de la Libre Expresión Sonora, organizado por el Aula de Música de la Universidad Complutense de Madrid), marcan el discurrir de esos "años del vértigo" con los que Llorenç Barber se refiere a la década de los ochenta. Los sonidos del Taller de Música Mundana, receptor de algunas propuestas de la libre improvisación que se venía gestando en Reino Unido -así como de ideas propias de Fluxus-, incluyen también elementos "povera": instrumentos de procedencia humilde, tal y como papeles de diferentes timbres y calidades. De todo ello presentamos un nuevo ejemplo sonoro.
Se incorpora, en este punto de la conversación, la voz de Montserrat Palacios, compañera de Llorenç Barber en tantas facetas del arte y de la vida; en este primer momento de sus intervenciones, no comparece como artista, ni como vocalista, sino como la fundamental musicóloga (y etnomusicóloga) que también es. Desde esa perspectiva, Palacios aporta su visión de la evolución de la música en esos años ochenta, insistiendo en su conexión -manifiesta en la propia trayectoria de Llorenç Barber- con episodios anteriores de la historia de la música, como los cursos de Darmstadt (no ya en su momento inicial, sino a partir de los años sesenta y setenta). Dado que muchas de esas nuevas manifestaciones creativas escapaban de la partitura como paradigma de la obra musical, al mismo tiempo escapaban de la limitada visión de una ciencia musicológica que, en general (pero muy marcadamente en nuestro país), no consiguió apreciar a tiempo la trascendencia histórica de estos nuevos comportamientos artísticos.
Concluimos la primera parte de este doble programa monográfico de Ars Sonora dedicado a Llorenç Barber con otro capítulo importante en su trayectoria, así como en la historia de la música reciente: las músicas habladas. Herederas directas de la experiencia de ZAJ (cuyo magisterio en Barber se reflejará a finales de este mismo año en la edición -gracias a la generosa labor del teórico y crítico Fernando Castro Flórez- de su tesina de licenciatura, dedicada a Juan Hidalgo), y -más remotamente- de los fonetismos de las primeras vanguardias italianas y soviéticas, estas músicas habladas encontraron en el Flatus Vocis Trío (formado por Fátima Miranda, Bartolomé Ferrando y el propio Llorenç Barber) uno de sus más conspicuos proponentes a lo largo de un recorrido de más de una década. Sus emanaciones vocales y bucales dan paso, ya en el término del programa, a un anticipo de los sonidos de campana que repicarán en la próxima edición de nuestro espacio.