No hay palabras para describir lo ocurrido ayer en una cárcel de Honduras, la de Comayagua, donde al menos 377 reclusos murieron en un incendio pavorosocárcel de Honduras, la de Comayagua, donde al menos 377 reclusos murieron en un incendio pavoroso, del que no pudieron escapar porque los guardias los mantuvieron encerrados a pesar del peligro.
Ni siquiera dejaron pasar en un primer momento a los bomberos, que llegaron sólo 10 minutos después de iniciarse el fuego. Los funcionarios dicen ahora que se limitaron a cumplir los protocolos de seguridad, palabras que hielan la sangre, después de saber que incluso entre las llamas que lo consumían todo se oían ráfagas de disparos de los guardias y órdenes de cerrar todos los portones, para evitar fugas.
Hablamos con Mariana Barbitta, abogada penalista docente en la Universidad de Buenos Aires y Universidad Nacional de La Matanza e integrante de INECIP (Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales). Mariana Barbitta, abogada penalista docente en la Universidad de Buenos Aires y Universidad Nacional de La Matanza e integrante de INECIP (Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales).
Dice que en América Latina se vive una situación de cárceles fantasmagórica, lo de Honduras, añade, nos ha dejado con la boca abierta pero explica que "está relacionado con los incumplimientos de las medidas de seguridad".
En las cárceles, asegura, existe superpoblación, enfermedades venéreas, malos tratos y torturas, todo lo cual está provocado por la pared que existe entre el sistema penitenciario y el mundo exterior.
Los recursos, señala, son escasos pero la situación se aliviaría considerablemente según explica, si el Estado decidiera qué porcentaje de presos preventivos, que ahora se sitúa en el 70% va a la cárcel. "En la actualidad ocurre que hay gente en prisión que pasa tres o cuatro años esperando juicio y cuando sale resulta que quedan libres" (16/02/12).