José María Tojeira, jesuita español nacido en Vigo en 1947, acababa de ser nombrado provincial de los jesuitas para Centroamérica cuando el 16 de noviembre de 1989, va ha hacer ahora 25 años, era asesinado el jesuita Ignacio Ellacuría, rector de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas en El Salvador, junto con otros cuatro jesuitas españoles, uno salvadoreño y dos empleadas de la Universidad. El crimen sucedía una semana después de que, desde estas mismas antenas de Radio Exterior de España, entrevistado en Madrid, declarase que los militares salvadoreños ni se molestaban en quitarse las botas reglamentarias cuando se disfrazaban de paramilitares para llevar a cabo sus fechorías. El crimen sucedía en un contexto de una Guerra Civil que ha dejado un saldo estimado de 70.000 muertos.
Para los asesinos, los jesuitas con su permanente denuncia de la desigualdades, eran cómplices de la guerrilla, en particular del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. Desde hacía años, el superior general de los jesuitas, el también español Pedro Arrupe, advertía al mundo que la represión empezaba a cebarse en sacerdotes de la Compañía en América Latina.
Pedro Arrupe e Ignacio Ellacuría han sido modelos para José María Tojeira. Arrupe estaba en Hiroshima en 1945 cuando la explosión de la bomba atómica que segó la vida de 100.000 japoneses y él explicaría después que aquello fue decisivo a la hora de hacerse con una visión del mundo. Arrupe fue el gran renovador de la orden en la segunda mitad del siglo XX, en sintonía con el Concilio Vaticano II.
Ellacuría vivió en Centroamérica, y muy en particular en el Salvador, los efectos de la bomba silenciosa de la pobreza, que mata niños, que acorta la vida de los mayores y que impide el despliegue las posibilidades vitales de los pobres centroamericanos desde hace cientos de años, desde los tiempos mismos de la conquista.
Tojeira recuerda a Ellacuría cuando se van a cumplir los 25 años de su asesinato, y en el programa se puede escuchar al propio Ellacuría en una entrevista de 1982.
Tojeira, para terminar, da su opinión sobre Maduro, Morales o Correa en el contexto de unas empresas periodísticas españolas casi unánimemente empeñadas en presentarlos, contra el juicio de Tojeira, como el gran problema de América Latina.