Biblioteca Pública - Luis Magrinyà analiza en "Estilo rico, estilo pobre" tanto la escritura artificiosa y pedante como la irreflexiva y desatenta
Desechamos verbos como tener, hacer o decir por otros que consideramos más finos, pero nos entregamos a comodines como mantener, provocar y usar. Traducimos tan a ciegas que más que palabras adaptamos ideologías y dudamos si el coito se practica o se ejecuta. Luis Magrinyà propone pensar en la lengua para expresarnos con naturalidad en su estudio "Estilo rico, estilo pobre" (Debate), que subtitula "Todas las dudas: guía para expresarse y escribir mejor". Lo prologa el académico José Antonio Pascual. El filólogo, editor, traductor y escritor, que trabajó como lexicógrafo para la RAE, alerta de la deriva artificiosa, cursi y pedante de cierta escritura y de la falta de atención y reflexión de otra con numerosos ejemplos literarios, de periódicos y foros de Internet. Con humor e ironía, avisa de que los sinónimos no son la panacea para evitar repeticiones, del calco despreocupado de extranjerismos y del uso incontrolado de los diccionarios. Lo importante, advierte desde la introducción, "es que uno no acabe diciendo, de una forma u otra, algo distinto -o directamente lo contrario- de lo que quería decir". Porque el lenguaje nos delata, como explica Magrinyà en este diálogo.