Manuel Vilas, "Ordesa"

(Entrevista de Manuel Sollo). Más que confesarse, Manuel Vilas protagoniza un exorcismo. La muerte de sus progenitores le deja a la intemperie, abrumado con un cajón de recuerdos, como si el cementerio amenazara la memoria. Todo se hundió cuando su madre hizo lo mismo que su padre: morirse. Era 2014, y sólo la escritura aliviará el duelo y actuará como catarsis terapéutica del desamparo. Con 52 años, se buscará en ese padre ausente que nunca le dijo te quiero, en esa madre de la que heredó el caos narrativo. Es el latido que da vida a "Ordesa" (Alfaguara), una autobiografía que parece una novela. Desde ese valle pirenaico, sombreado de amarillo, lamento y culpa se filtran por el dolor de la pérdida del autor, a la vez que enfrenta sus veinte años de profesor, su divorcio, su alcoholismo. Convoca a su descendencia y se regenera en sus dos hijos. Pero Vilas también sume ese devenir familiar en la grisura de la España de los 60 y 70, su adosada pobreza, las aspiraciones de una clase más baja que media, arrostrada por el empuje de un capitalismo grosero. Fotografías de su álbum particular salpican los textos que concluyen con una antología de poemas titulada significativamente "La familia y la Historia". Abrimos este diálogo con "Gracias a la vida", en su homenaje, y a la memoria de su padre dedicamos un fragmento de Bach, mientras nos atiende desde Iowa City, ciudad del medio oeste norteamericano donde reside parte del año.